Epístolas de Pablo en Prisión: Pablo y Filemón

INTRODUCCIÓN

Hay momentos en que la mayoría de nosotros ha sentido que un amigo nos debe un favor. Puede que hayas hecho algo bueno por un amigo, entonces llega el momento en que tú necesitas ayuda, y te acercas a tu amigo y le pides que te devuelva el favor. En momentos como ese, a menudo vamos a nuestros amigos y les decimos: "yo sé que a lo mejor no quieres hacer esto, pero tu ayuda realmente me serviría. Y me debes un favor."

El apóstol Pablo enfrentó una situación como ésta. El necesitaba un favor de su amigo Filemón. Entonces le escribió a Filemón, recordándole lo mucho que Pablo había hecho por él, y pidiéndole un favor a cambio.

Esta es la cuarta lección de nuestra serie "Las Epístolas de Pablo en Prisión." Hemos llamado a esta lección "Pablo y Filemón" porque analizaremos en detalle la carta que Pablo le escribió a su amigo Filemón, un miembro de la iglesia en Colosas. Veremos cómo Pablo le pide un favor a Filemón, que se reconcilie con Onésimo, el esclavo de Filemón que hace poco había llegado a la fe en Cristo.

Nuestro estudio de Pablo y Filemón se divide en tres partes principales: primero, revisaremos el trasfondo de la carta de Pablo a Filemón; segundo, examinaremos la estructura y el contenido de la carta de Pablo a Filemón; y tercero, nos concentraremos en la aplicación contemporánea de esta carta. Veamos primero el trasfondo de la carta de Pablo a Filemón.

TRASFONDO

La carta de Pablo a Filemón se diferencia en por lo menos dos aspectos de sus otras cartas escritas desde la prisión. Por una parte, es significativamente más breve de hecho, trata un solo tema. Por otra parte, fue escrita para un individuo más que para una iglesia, siendo entonces profundamente personal. Esto implica que mientras más conozcamos a Filemón y a las otras personas involucradas, y mientras más conozcamos las circunstancias que Pablo abordó, estaremos mejor preparados para entender la enseñanza de Pablo en esta carta, y aplicarla hoy a nuestras propias vidas.

Exploraremos en tres formas el trasfondo de la carta de Pablo a Filemón. Primero, identificaremos a la gente involucrada en el asunto tratado por Pablo en su carta a Filemón; segundo, veremos el problema que motivó la carta de Pablo; y tercero, analizaremos el involucramiento de Pablo y su mediación en el problema. Primero, fijemos nuestra atención en la gente envuelta en este asunto.

Gente

Se menciona a muchos diferente individuos en la carta de Pablo a Filemón, pero nos concentraremos en los que estuvieron directa o indirectamente involucrados en el favor que Pablo le pidió a Filemón. Primero, presentaremos a Filemón mismo; segundo, nos detendremos en Onésimo, el esclavo de Filemón; y finalmente, mencionaremos

algunas personas que sirvieron como testigos del involucramiento de Pablo en el asunto entre Filemón y Onésimo. Comencemos con Filemón, el hombre a quien Pablo escribió esta epístola.

Filemón

No se menciona en la carta de Pablo la ciudad donde vivía Filemón, pero Colosenses capítulo 4, versículo 9 indica que el esclavo de Filemón, Onésimo, era un habitante de Colosas. Escuchemos las palabras de Pablo ahí:

[Tíquico] va con Onésimo, amado y fiel hermano, que es uno de vosotros. (Colosenses 4:9)

Dado que Onésimo vivía con su amo Filemón en el tiempo en que se escribió Colosenses, Filemón debe haber vivido en Colosas.

Colosas era una hermosa ciudad situada en el Valle de Licia cerca de las ciudades de Laodicea y Hierápolis. El Valle de Licia yacía en la región de Frigia, en la provincia romana de Asia, conocida en los tiempos modernos como Asia Menor.

Filemón mismo parece haber estado involucrado activamente en ministrar a otros creyentes en Colosas. Por ejemplo, en Filemón, versículo 7, Pablo habla de la forma en que Filemón con amor había reconfortado los corazones de los otros creyentes. Pablo tenía un concepto tan alto de Filemón que en el versículo 17 habla de Filemón como su compañero en el ministerio del evangelio. Tanto así que en el versículo 2, Pablo identificó a Filemón como el anfitrión de la iglesia local.

Pero más allá que esto, al parecer Filemón tuvo una historia significativa con Pablo que formó un estrecho lazo entre ambos hombres.

Considera el recordatorio de Pablo a Filemón en Filemón 19:

Tú mismo te me debes también. (Filemón 19)

Muy posiblemente, Pablo quiso decir que él había traído a Filemón a la fe, aun cuando también es posible que él literalmente haya salvado la vida de Filemón de algún otro modo. Pero, cualquiera sea el caso, Filemón le debía a Pablo un gran favor.

También podemos ver la fuerza de su relación en las oraciones de Filemón por la liberación de Pablo de la cárcel, y en el plan de Pablo de alojarse donde Filemón una vez que fuera liberado de la cárcel. Leemos las palabras de Pablo a este efecto en Filemón versículo 22:

Prepárame también alojamiento; porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido. (Filemón 22)

La Biblia no explica cómo Pablo llegó a conocer a Filemón. Pero, tal como lo vimos en las lecciones anteriores, sí dice que Pablo viajo a través de Frigia durante su segundo y su tercer viaje misionero. Sin embargo, como también lo vimos, Pablo no estaba familiarizado con las iglesias del Valle de Licia.

La verdad es que no sabemos cómo Pablo y Filemón se hicieron amigos. Pero podemos afirmar con seguridad que se conocían muy bien el uno al otro.

La segunda persona que debemos presentar es Onésimo. Según Filemón versículo 16, Onésimo era el esclavo de Filemón, aunque no está claro qué tipo de esclavo era y en qué rol específico servía a Filemón.

Onésimo

En el Imperio Romano, durante el primer siglo, la esclavitud era extremadamente común. Tanto como la tercera parte de la población del Imperio consistía en diversos tipos de esclavos. Típicamente, era gente rica la que poseía esclavos, y la posición de éstos últimos dependía grandemente de la posición de sus amos.

Algunos esclavos romanos no eran educados y realizaban tareas serviles, pero otros eran educados (algunos muy educados) y servían en forma equivalente a su educación. Podían ser mayordomos de la casa, contadores, tutores o casi cualquier cosa que se necesitase.

Y aunque generalmente era preferible ser libre que esclavo, es necesario destacar que no pocos individuos pobres se vendían como esclavos para obtener la seguridad de techo y pan diario. Además, sabemos por relatos históricos que en la iglesia primitiva, algunos cristianos se vendían como esclavos para reunir dinero para beneficencia, como alimentar a los pobres.

Hablando en general, los derechos de los amos sobre sus esclavos no eran absolutos. La ley romana les permitía a los esclavos ganar dinero y tener bienes, incluyendo otros esclavos, e incluso comprar de sus amos su propia libertad.

Y más allá de estos derechos, a muchos esclavos se les concedía la libertad, cuando cumplían los treinta años de edad, aunque esta práctica no la prescribía la ley.

Dado que Onésimo era el esclavo de Filemón, era parte de su casa. Pero, a diferencia de su amo, Onésimo no era creyente, por lo menos al principio. Pero, luego de que Onésimo dejó la casa de Filemón para buscar la ayuda de Pablo, el Apóstol lo llevó a la fe en Cristo, y aprendió a amarlo profundamente.

Pablo expresó su amor por Onésimo en los versículos 10 al 16 de Filemón:

Te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones…recíbele como a mí mismo…como hermano amado, mayormente para mí. (Filemón 10-16)

Pablo se refiere a Onésimo como a su "hijo", porque él lo trajo a la fe en Cristo y porque desarrolló un amor paternal hacia él.

Testigos

Además de estas dos figuras principales, Pablo también menciona a un número de otros Colosenses en su carta a Filemón, incluyendo a: Apia, Arquipo y Epafras. Cada una de estas personas también tenía una relación personal con Filemón. Pablo probablemente los mencionó con la expectativa de que ellos sirvieran como testigos cercanos, y le ayudaran en su apelación ante Filemón a causa de Onésimo.

Pablo menciona a Apia y a Arquipo en la introducción de la carta, que se halla en los versículos 1 y 2. Escuchemos lo que Pablo escribió ahí:

Al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia, y a Arquipo nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa. (Filemón 1-2)

La mención de Apia como "hermana" de Pablo puede que simplemente indique que ella era creyente. Pero dado que se le distingue del resto de la iglesia, es más probable que ella haya sido parte e la familia de Filemón, posiblemente su esposa. Arquipo, por su parte, puede que haya sido el anfitrión de la iglesia local, aunque también es posible leer este versículo como que dice que la iglesia se reunía en la casa de Filemón. Cualquiera sea el caso, dada la naturaleza de la carta, es probable que haya sido mencionado como una persona de cierta influencia sobre Filemón, sea que haya sido el pastor local o parte de la casa de Filemón.

Con respecto a Epafras, recordarás de nuestra lección anterior que el había sido quien fundó la iglesia en Colosas, y que las iglesias del Valle de Licia lo habían enviado a servir a Pablo en prisión. Dado que él estaba con Pablo en ese tiempo, no pudo haber servido como testigo local en Colosas. Pero su posición en la iglesia hacía su opinión particularmente respetable. De modo que Pablo incluyó un saludo especial de Epafras.

Escucha estas palabras, se hallan en Filemón versículos 23 y 24.

Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. (Filemón 23-24)

Nótese que el saludo de Epafras se menciona primero, y que es más largo y distinto del de los demás. Este énfasis en Epafras hace que Filemón sepa que Epafras estaba haciendo algo más que enviar un saludo; él también tenía un profundo interés en asegurarse de que Filemón respondiera apropiadamente a la carta de Pablo.

Luego de presentar a la gente más cercana al tema de la carta de Pablo, estamos en posición de referirnos al problema mismo. ¿Qué es lo que precisamente estaba mal y requería la intervención de Pablo?

Problema

No es un secreto que algunos no son buenos trabajadores, que algunos no son buenos siervos, y que alguna gente se niega a aceptar sus responsabilidades y cumplir con sus obligaciones. Parece que Onésimo era una de esas personas; y su falla, sea que fuere pereza, negligencia o maldad, enfureció a su amo Filemón. Tanto que Onésimo tuvo mucho miedo del castigo de Filemón y, con el objeto de evitar este castigo, Onésimo se fue de la casa de Filemón.

Considera las palabras de Pablo a Filemón sobre Onésimo en Filemón 11.

En otro tiempo te fue inútil (Filemón 11)

Aquí hay un juego de palabras. El nombre "Onésimo" se deriva realmente de una palabra griega que significa "útil" o "productivo." Pero Pablo dice aquí que Onésimo había resultado ser inútil. Con este juego de palabras, Pablo le da la razón a Filemón en que Onésimo verdaderamente había sido un esclavo inútil y e improductivo.

Y mucho peor, según el versículo 18 de Filemón, Onésimo puede que haya causado una pérdida significativa a Filemón. Escucha las palabras de Pablo ahí:

Si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. (Filemón 18)

Muchos intérpretes entienden que este versículo implica que Onésimo le robó a Filemón, lo que era un crimen común entre los esclavos de las casas. Pero Onésimo puede haber causado una pérdida a Filemón de otra forma, ya sea a través una administración negligente de los recursos de la casa, o la destrucción o pérdida de bienes.

En todo caso, Filemón tenía derecho a estar enojado, y Onésimo probablemente tenía buenas razones para tener miedo de Filemón. Bajo la ley romana, los amos tenían el derecho de castigar severamente a sus esclavos, incluso con duros azotes. Onésimo estaba tan preocupado por la ira de Filemón que se asustado huyó.

Pablo aludió a esta circunstancia en Filemón versículo 15, donde escribió estas palabras:

Quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre. (Filemón 15)

Al parecer, Filemón mismo no había tratado de que Onésimo se fuera, y probablemente no aprobaba su partida. Sin embargo, Pablo sugiere que Dios tenía una razón positiva para permitir esta situación. A través de este tiempo de separación, Dios cambió a Onésimo, de modo que llegó a ser de gran beneficio para Filemón.

Ahora, en el Imperio Romano, los esclavos que abandonaban la casa de sus amos de esta forma no eran necesariamente fugitivos. Si partían con la intención de no volver, eran fugitivos. Pero la ley también permitía a los esclavos dejar temporalmente a sus amos para hallar un abogado o mediador que pudiera reconciliarlos con sus amos. Muchos juristas romanos registraron este hecho.

Por ejemplo, Viviano, que escribió entre los años 98 y 117 DC., argumenta de esta forma:

Si un esclavo abandona a su amo y vuelve a la casa de su madre, la cuestión de si se constituye en un fugitivo está sujeta a consideración; si se fue para esconderse y no volver, entonces es un fugitivo; pero no es un fugitivo si busca que sus errores sean atenuados con las súplicas de su madre.

Del mismo modo, Próculo, que escribió en el primer siglo, decía esto:

Un esclavo no es un fugitivo si, teniendo en mente que su amo quería castigarlo físicamente, fue donde un amigo, a quien le pidió que interceda por él ante su amo.

Y Paulo, a finales del segundo siglo, hizo este comentario:

Un esclavo que se va donde un amigo de su amo para buscar su intercesión no es un fugitivo.

Estos comentarios legales demuestran que la ley romana permitía a los esclavos alejarse de sus amos, mientras lo hicieran para acudir a alguien por ayuda, y no para obtener su libertad. Entonces, si Onésimo se fue para pedirle a Pablo que fuera su abogado y mediador ante Filemón, no fue un fugitivo.

En resumen, entonces, el problema inicial en la casa de Filemón fue que Onésimo había causado algunas pérdidas a Filemón, con intención o sin intención, por negligencia, pereza o malicia. Luego, este problema empeoró a causa de la tensión resultante entre Onésimo y Filemón, incluyendo probablemente la ira de Filemón y su intento de castigar a Onésimo, y el miedo de Onésimo. Y finalmente, culminó en que Onésimo huyó de Filemón. Puede que Filemón haya pensado que Onésimo huyó como fugitivo. Pero los verdaderos motivos de Onésimo están aún por verse.

Ahora que hemos identificado a la gente y el problema que Pablo trata en su carta a Filemón, debemos concentrarnos en la mediación de Pablo entre Filemón y Onésimo.

Mediación

Al considerar la mediación de Pablo, veremos dos asuntos: primero, la petición de Onésimo de que Pablo sea su abogado; y segundo, el consentimiento de Pablo en ser el abogado de Onésimo. Vamos primero a la petición de Onésimo a Pablo.

Petición de Onésimo

Durante este tiempo, Pablo estaba preso. Tal como lo señalamos en la primera lección, es muy probable que haya estado preso en Roma, aunque también es posible que estuviera en Cesárea Marítima. Pero sea que estaba en Roma o en Cesárea Marítima, estaba a una gran distancia de Colosas donde vivía Filemón.

Según algunos eruditos, esta distancia era demasiado grande como para que Onésimo buscara la ayuda de Pablo como abogado o mediador. Concluyen, entonces, que Onésimo estaba tratando de comenzar una nueva vida lejos de Filemón, y sólo se encontró con Pablo accidentalmente.

Ahora, tenemos que admitir que las Escrituras no relatan lo que Onésimo estaba pensando cuando dejó a Filemón, y tampoco relatan cómo fue que se encontró con Pablo en la cárcel. Sin embargo, sí nos da algunos detalles que sugieren que Onésimo buscó a Pablo como su abogado.

Es por algo que Onésimo se dirigió a la ciudad donde Pablo estaba preso. Y tiene que haber sabido muy bien que Pablo residía allí, porque la iglesia en Colosas había enviado a Epafras en misión para cuidar de Pablo en la cárcel.

Leemos acerca de esto en Colosenses capítulo 4, versículos 12 y 13, donde Pablo escribió estas palabras:

Os saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y completos en todo lo que Dios quiere. Porque de él doy testimonio de que tiene gran solicitud por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis. (Colosenses 4:12-13)

Dado que Onésimo era de Colosas, y dado que su amo Filemón era un miembro prominente de esa iglesia, Onésimo probablemente sabía de dónde era Pablo. Y con este conocimiento, Onésimo eligió a esa ciudad como su destino.

Además de esto, una vez en la ciudad, Onésimo procuró tener una reunión con Pablo. Pablo estaba encarcelado bajo arresto domiciliario, de modo que no podía moverse libremente. Es difícil imaginarse, entonces, que Onésimo se haya encontrado con él accidentalmente. Lo más probable es que Onésimo haya ido a Pablo a propósito.

Finalmente, Pablo le escribió a Filemón sólo después de que Onésimo se había presentado ante él. En la carta de Pablo a Filemón, él le indicó que había convertido a Onésimo al cristianismo, y que Onésimo le había servido a Pablo en prisión. En otras palabras, Pablo defendió a Onésimo sólo después de que Onésimo había dado a Pablo pruebas de cambio. Dado que Onésimo se quedó con Pablo lo suficiente como para asegurar su intermediación, esto sugiere que Onésimo había buscado con toda intencionalidad la ayuda de Pablo en esta situación.

Después de considerar la petición de Onésimo de que Pablo fuera su abogado, ya estamos listos para fijarnos en el consentimiento de Pablo de defender a Onésimo ante su amo Filemón.

Consentimiento de Pablo

Pablo no aceptó de inmediato mediar entre Onésimo y Filemón. Después de todo, Onésimo era un no creyente y un esclavo inservible, y Filemón era un hombre bueno y amoroso. Filemón tenía derecho a estar enojado y en disciplinar a Onésimo, no había indicación alguna de que quisiera hacerlo en forma ilícita o injusta. Filemón habría estado en su derecho de castigar a Onésimo. De modo que si Pablo iba a defender a Onésimo, tendría que ser con base en la

Misericordia. Y antes de que pudiera pedir misericordia para Onésimo, primero tendría que estar convencido de que Onésimo estaba verdaderamente arrepentido.

La reticencia inicial de Pablo en este asunto es admirable. Después de todo, sería necio perdonar a quienes cometen faltas simplemente porque tienen miedo de ser castigados.

Considera al respecto las palabras de Pablo en Romanos capítulo 13, versículo 4, donde habla de esta manera sobre los gobernantes civiles:

Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo. (Romanos 13:4)

Este mismo principio se aplica en muchas relaciones que conllevan estructuras de autoridad, tal como sucede entre los padres y los hijos, y en la estructura social del Imperio Romano del primer siglo de amos y esclavos. Las figuras de autoridad santas propinan castigos apropiados, porque es correcto hacerlo.

Así entonces, era apropiado, y probablemente típico, que cuando un esclavo o un siervo acudían al amigo de su amo por ayuda, ese amigo no molestara al amo sin estar suficientemente convencido de que era lo que correspondía hacer.

Para hacer una comparación, consideremos un ejemplo histórico donde otro esclavo romano recurrió al amigo de su amo para pedirle ayuda.

Un poco antes del año 111 DC., el senador romano Plinio el Joven le escribió una carta a su amigo Sabiniano en representación de un esclavo liberto que trabajaba para Sabiniano, y esta carta se ha preservado para nosotros a través de la historia. Escucha este extracto de la carta de Plinio:

Tu esclavo liberto, con quien dijiste estar enojado vino a mí, se arrojó a mis pies, y se abrazó a mí como si yo fuera tú. Me imploró mi ayuda con muchas lágrimas…me convenció de su arrepentimiento genuino. Yo creo que se ha reformado, porque se da cuenta de que obró mal…Hazle alguna concesión a este joven, a sus lágrimas y a tu propio corazón amable, y no lo atormentes más a él ni a ti mismo.

Tal como Onésimo, este esclavo liberto de Sabiniano acudió por ayuda al amigo de su amo. Y tal como Pablo, Plinio no accedió de inmediato hasta que el esclavo liberto dio pruebas de su arrepentimiento y buena intención.

De modo que podemos asumir que Onésimo inicialmente se quedó con Pablo para convencer al apóstol de sus buenas intenciones. Y durante este tiempo, Pablo le predicó el evangelio a Onésimo, y el Espíritu Santo lo trajo a la fe en Cristo. Y como la conversión genuina siempre va acompañada del arrepentimiento de los pecados, es seguro concluir que Onésimo se arrepintió de todo sus pecados que habían airado a Filemón. Y con esta nueva vida en Cristo, Onésimo se transformó en un nuevo hombre, y se dedicó a servir al apóstol en prisión. Y Pablo, a cambio, se preocupó profundamente de este nuevo hijo de Dios, y aprendió a amarlo como a un hijo.

Una vez que Onésimo se ganó el favor de Pablo, este fue el tiempo apropiado para que volviera a Filemón. Entonces, Onésimo partió a Colosas con una carta de intercesión de Pablo. Según la carta de Pablo a Filemón, legalmente, Onésimo podría haber permanecido con Pablo sin transformarse en un fugitivo. Pero moralmente, no habría sido la mejor solución. Más bien, los valores cristianos de caridad y reconciliación demandaban su retorno a Filemón.

La razón para esto se puede hallar en Filemón versículo 12 al 16, donde Pablo escribió estas palabras:

El cual vuelvo a enviarte; tú, pues, recíbele como a mí mismo. Yo quisiera retenerle…pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario…como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. (Filemón 12-16)

Pablo envió de vuelta a Onésimo a Filemón porque él quería que cualquier presente de Filemón fuera voluntario, y no forzado, y porque quería que Filemón y Onésimo se reconciliaran como hermanos en Cristo.

Presumiblemente, su reconciliación se habría logrado en una entrevista cara a cara, en que Onésimo se hubiera arrepentido y le hubiera pedido perdón a Filemón, y en que Filemón misericordiosamente hubiera perdonado y aceptado a Onésimo. Dado el alto aprecio de Pablo por Filemón como un cristiano amoroso, así como la fuerte intervención de Pablo a favor de Onésimo, al parecer Pablo esperaba dicho resultado.

ESTRUCTURA Y CONTENIDO

Ahora que hemos revisado el trasfondo de la epístola de Pablo a Filemón, estamos listos para explorar su estructura y contenido, fijándonos en la estrategia y en los argumentos específicos que Pablo usó para mediar entre Onésimo y Filemón.

La carta de Pablo a Filemón es única en muchas maneras. Es la única carta canónica de Pablo que no se centra en la enseñanza. En Filemón, Pablo escribió más como un abogado que como un maestro. Por otra parte, casi en todas las demás cartas, Pablo apeló directamente a su autoridad apostólica, mandando a que las cosas se hagan como él lo ordena. En Filemón el opta explícitamente por no dar ordenes a su amigo, sino aproximarse a él como un compañero de trabajo y pedirle un favor. Además de esto, Filemón es la carta más personal de Pablo, en la que expresa su profunda preocupación tanto por Onésimo como por Filemón, y presenta una petición basada en su amistad.

En resumen, en Filemón vemos a un hombre de Dios, asumiendo el compromiso de llevar la responsabilidad de los demás, expresando así el amor de Cristo. Pondremos atención en la actitud y las acciones de Pablo, fijándonos en la forma en que él puso en práctica los mismos ideales que comunicó en sus otras epístolas de la prisión.

Nuestra discusión de la estructura y el contenido de la epístola de Pablo a Filemón será de acuerdo al esquema de la carta misma, comenzando con el saludo en los versículos 1 al 3, luego con la acción de gracias de Pablo por Filemón en los versículos 4 al 7, y la petición a favor de Onésimo en los versículos 8 al 21, y concluyendo finalmente con los saludos finales en los versículos 22 al 25. Comencemos echando un vistazo al saludo en los versículos 1 al 3.

Saludo

El saludo, que aparece en los versículos 1 al 3, identifica a Pablo como el autor principal de la carta, y establece que la carta también viene de Timoteo. Incluye una mención que señala a Filemón como el principal destinatario de la carta, y menciona a varios otros que habían de dar testimonio de la carta: Apia, Arquipo y la congregación de la iglesia local de la cual Filemón era miembro.

Pablo sabía que le estaba pidiendo algo muy grande a Filemón, y que sería muy difícil para Filemón concederle este favor. Así entonces, más que dejar el asunto entre Filemón y Onésimo en el ámbito privado, Pablo invitó a la casa de Filemón y a la iglesia a ser testigos de su intercesión por Onésimo. No hay duda de que él esperaba que los ojos vigilantes de tantos amigos creyentes animaran lo máximo a Filemón hasta el punto de ser misericordioso con Onésimo. El saludo concluye con un saludo tipo en la forma de una breve bendición.

Acción de Gracias

Luego el saludo, encontramos la acción de gracias de Pablo por Filemón en los versículos 4 al 7. Pablo siempre incluía una sección de gratitud en este punto de sus cartas.

Pablo se refiere principalmente al amor de Filemón por la iglesia, dando gracias por las formas en que Filemón había bendecido a sus hermanos en la fe en Colosas.

Pablo felicita a Filemón con estas palabras en Filemón versículo 5 al 7:

Porque oigo del amor…para con todos los santos…tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos. (Filemón 5-7)

Pablo no menciona lo que había hecho Filemón, pero sí resalta que había sido reconfortante para el corazón de los santos. Quizá Filemón los había aliviado financieramente, o había realizado obras de servicio para ellos, o les había concedido algún otro tipo de beneficio. Más allá de lo que hubiese hecho, Filemón lo había hecho bien y de buen corazón. Y dado que Onésimo había llegado a ser parte de la iglesia, Pablo esperaba que Filemón demostrara el mismo amor por él.

Considera la situación entre Filemón y Onésimo a la luz de la enseñanza de Pablo en Colosenses capítulo 3, versículos 12 al 14, donde Pablo escribe estas palabras:

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Colosenses 3: 12-14)

Pablo había llamado a los colosenses, incluyendo a Filemón, a recordar que Dios ama y perdona a todos los creyentes, y los había animado a reflejar el mismo amor el uno hacia el otro, soportándose pacientemente el uno al otro cuando cometieran faltas, y perdonándose las ofensas en vez de exigir compensación.

No es difícil ver la aplicación a la situación de Filemón y Onésimo. Onésimo le había hecho daño a Filemón. (Pablo confirmó que era cierto.) Sin embargo, él le pidió a Filemón que amara consistentemente, que demostrara por Onésimo el mismo amor que había demostrado por los otros creyentes. Le pidió a Filemón que soportara con paciencia el daño que había sufrido, y que perdonara a Onésimo en vez de castigarlo. Por medio de reafirmar el amor de Filemón, Pablo lo animó a ser consistente en su carácter, y no dejar que su ira lo gobernara cuando se encontrara con Onésimo.

Petición

Luego de la sección de acción de gracias, Pablo presentó su petición a Filemón en los versículos 8 al 21. La petición representa el propósito principal de la carta, es decir, interceder ante Filemón en favor de Onésimo.

Vamos a explorar la petición con cierta profundidad, dividiéndola en los siguientes seis elementos:

Comencemos yendo a la explicación de Pablo de su rol como abogado.

Pablo Como Abogado

Escuchemos las palabras de Pablo en Filemón, versículos 8 al 10:

Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo; te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones. (Filemón 8-10)

Dado que Pablo era un apóstol de Cristo, él tenía la autoridad de ordenar a Filemón que hiciera lo correcto. Sin embargo, él le escribió a Filemón en una forma que lograría la simpatía y el interés de Filemón.

En este pasaje, Pablo le habló como un anciano débil que necesitaba ayuda, y esto debe sonar un tanto extraño para quienes están acostumbrados al fuerte estilo de sus otras cartas. Después de todo, Pablo comúnmente exigía que la gente respetara su autoridad y se sometiera a su enseñanza. ¿Estaba tratando simple y llanamente de manipular el blando corazón de Filemón? No. Simplemente éste era otro lado del Pablo real que no vemos a menudo en sus cartas.

Escuchemos la forma en que los críticos de Pablo en Corinto hablan de este otro lado de Pablo en 2 de Corintios, capítulo 10, versículo 10:

Porque a la verdad, dicen, las cartas son duras y fuertes; mas la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable. (2 Corintios 10:10)

Los críticos de Pablo lo atacaban por presentarse a sí mismo como fuerte en sus cartas, pero humilde y simple en persona. Pablo podía ser muy dócil en persona. Y esto no debería sorprendernos. Después de todo, Pablo luchaba para ser como Cristo, quien sí sabía cuándo ser fuerte y cuando ser dócil.

Consideremos la enseñanza de Pablo en Filipenses, capítulo 2, versículos 5 al 8:

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual…se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo…se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. (Filipenses 2:5-8)

Jesucristo, Dios encarnado, fue un maestro fuerte. Pero el se humilló a sí mismo hasta el punto que las simples criaturas lo sometieran a una ignominiosa ejecución criminal. Era muy de esperarse, entonces, que este apóstol lo imitara teniendo una fuerte presencia en algunos momentos, y siendo pobre y humilde en otros.

Pablo no necesitaba manipular a Filemón, él era un apóstol. Si él hubiese querido, podría haber exigido la obediencia de Filemón. Y Filemón probablemente habría cumplido. Pero Pablo quería que Filemón respondiera a esta situación con genuino amor cristiano. De modo que apeló al corazón de Filemón, pidiéndole que tuviera compasión de un anciano preso, y del hermano recién convertido a Cristo que le estaba sirviendo. Fue desde esta perspectiva que Pablo presentó su defensa de Onésimo.

Onésimo Como Solicitante

Luego de presentarse como el abogado de Onésimo, Pablo habló de Onésimo mismo en los versículos 11 al 13. Explicó además, con mayor detalle, la relación entre Onésimo y Pablo, y qué llevó al apóstol a traer la petición de Onésimo ante Filemón.

En Filemón, versículos 11 al 13, Pablo escribió estas palabras:

En otro tiempo [Onésimo] te era inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí…a quien hubiera querido retener conmigo, para que me sirviera en lugar tuyo en mis prisiones por el evangelio. (Filemón 11-13)

El Onésimo que Pablo describió aquí era muy distinto del que había venido a él pidiéndole su mediación. Onésimo había sido un esclavo inútil. Pero se había convertido a Cristo, se había arrepentido de su pecado, y había enmendado su camino, demostrando su fe sana al esforzarse seriamente en cuidar de Pablo en la cárcel. Y dado que Pablo sabía que Filemón era un cristiano que amaba de verdad, él esperaba que Filemón se regocijara con las noticias de que Onésimo había venido a Cristo, y perdonara sus trasgresiones como lo haría con cualquier cristiano que hubiese pecado contra él.

Pablo incluyó un juego de palabras en Filemón, versículos 11 al 13, con el que enfatizó este cambio en Onésimo. Específicamente, crhstoj era notablemente similar a la palabra cristoj, que significa "Cristo." La palabra de Pablo para "inútil" era a;crhstoj, del prefijo griego, a, que significa "no," y la raíz crhstoj, que significa "útil." Del mismo modo, la palabra que usó Pablo para "útil" fue eu,crhstoj, del prefijo eu, que significa "bien" o "bueno," y la raíz chrstoj, que nuevamente significa "útil." Este es el juego de palabras: Onésimo era a;chrstoj o "inútil" cuando estaba a;cristoj o sin Cristo. Pero él se transformó en eu;crhstoj o "muy útil" cuando recibió a cristoj como su Señor.

Pablo hizo referencia además a las formas en que Onésimo ya había comenzado a hacer restitución por sus transgresiones. Tal como escribió Pablo, Onésimo había tomado el lugar de Filemón en el cuidado de Pablo.

En el mundo antiguo, no era inusual para un maestro tomar prestado un esclavo de otra persona. Esta acción se consideraba como una especie de regalo, dado que el amo perdía el beneficio del trabajo que el esclavo podría haber hecho para él durante el tiempo del préstamo, mientras que el beneficio iba para el amigo a quien se le prestó el esclavo.

La verdad es que, en este sentido, Filemón estaba sirviendo a Pablo a través de Onésimo. Es por eso que Pablo dijo que Onésimo no sólo había sido útil para él, sino que para Filemón también. Entonces, Filemón tenía muchas más razones para ser misericordioso con Onésimo.

Finalmente, en esta sección Pablo también menciona que ha enviado a Onésimo de vuelta a Filemón, probablemente portando una carta de Pablo para Filemón, y viajando en compañía de Tíquico.

Pablo mencionó esto en Filemón, versículo 12, al escribir:

Te lo he vuelto a enviar. (Filemón 12)

Onésimo regresaba a Colosas para pedir clemencia a Filemón, con la esperanza de reconciliarse con él y, tal vez, incluso de ser liberado. Onésimo no era un fugitivo, y estaba regresando para enfrentar el juicio de su amo.

Filemón Como Amo

Luego de describir su propio rol como abogado, y el rol de Onésimo como solicitante, Pablo en el versículo 14 continúa hablando del [rol de Filemón como amo.] Aquí, Pablo reconoce la autoridad de Filemón sobre Onésimo, y da a conocer sus intenciones al apelar a Filemón en vez de darle una orden. Pablo escribió estas palabras en Filemón. Versículo 14:

No quise hacer nada sin tu consentimiento, para que tu bondad no fuera como por obligación, sino por tu propia voluntad. (Filemón 14)

Pablo quería que Filemón escogiera por sí solo hacer lo correcto. Y así dejó en claro que su petición iba como una solicitud y no como una orden apostólica.

Puede que él quisiera que su amigo ganara las recompensas celestiales, haciendo lo correcto por la razón correcta. Y quizá también pensó que una reconciliación voluntaria entre dos hombres haría su relación fraternal en Cristo mucho más fuerte.

Además, parece que Pablo quería mostrar respeto por Filemón, y darle a su benevolencia la ventaja de la duda. Entonces, si Filemón trataba bien a Onésimo, esto animaría en gran manera a Pablo y a la iglesia. Ese fue el razonamiento de Pablo en Filemón, versículos 7 al 9, donde escribió de este modo:

He llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por ti, hermano. Por lo cual, aunque tengo mucha libertad…para mandarte hacer lo que conviene, no obstante, por causa del amor que te tengo, te ruego. (Filemón 7-9)

En esencia, el amor de Filemón en el pasado y la fidelidad de la iglesia animaron a Pablo a pensar que Filemón también sería amoroso y fiel para con Onésimo.

Es altamente probable que Pablo haya escogido este camino por una variedad de razones, dejando a Filemón en el rol romano tradicional de un amo que tiene que enjuiciar a su esclavo. El podía decidir disciplinar severamente a Onésimo. O podría juzgarlo con mucha misericordia, perdonando a Onésimo por amor a Cristo, y por amor a su amigo, el apóstol Pablo. La decisión era totalmente suya, aun cuando Pablo dejó muy en claro cuál opción era la correcta.

Dios Como Gobernador

Después de ubicar a las distintas partes involucradas en sus relaciones las unas con las otras, Pablo le recuerda a Filemón en los versículos 15 y 16 el rol de Dios como

Señor de la historia. En esta sección, él considera el bien mayor que Dios podía extraer

del pecado de Onésimo, si Filemón tan sólo le concediera su petición.

Pablo se refiere a la mano providencial de Dios en Filemón, versículos 15 y 16, al escribir estas estimulantes palabras a Filemón:

Quizás para esto se apartó [Onésimo] de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. (Filemón 15-16)

El Señor controla providencialmente todo en el universo, y a menudo permite que las cosas malas sucedan para que se cumplan sus buenos propósitos.

Pablo sugiere que en este caso, Dios orquestó los eventos, haciendo que Onésimo y Filemón entren en conflicto, de modo que Onésimo se viera forzado a recurrir a la mediación de Pablo. Y el Señor permitió esto para que, a través del ministerio de Pablo, Onésimo pudiera ser traído a la fe en Cristo, y luego reconciliarse con Filemón como iguales en el Señor.

Al hablar del control providencial de Dios del universo, Pablo le estaba pidiendo a Filemón que diera un paso atrás del conflicto con Onésimo para observarlo desde la perspectiva del plan de Dios. Sí, Filemón estaba muy enojado, y tenía derecho a estarlo. Pero el problema con Onésimo era insignificante comparado con las bendiciones que Dios les concedería a través de su conflicto.

Filemón era un buen hombre y, tal como Pablo lo esperaba, una vez que se diera cuenta de que Dios había orquestado el conflicto con Onésimo para salvar un alma perdida, su ira bien se trasformaría en gozo.

Petición

Después de presentar todos los aspectos involucrados en la mediación, Pablo le presentó finalmente su petición en los versículos 17 al 20. Le pidió específicamente a Filemón que perdonara a Onésimo, y se ofreció él mismo como substituto de Onésimo en caso de que Filemón optara por exigir la retribución exacta o una recompensa por parte de su esclavo. La petición en dos partes se resume en Filemón, versículos 17 y 18:

Recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. (Filemón 17-18)

Nótese lo que Pablo hizo aquí: apeló a Filemón, pidiéndole un favor personal, como si Pablo mismo fuera el que necesitaba de la gracia de Filemón.

El no argumentó con que Onésimo necesitaba ser restaurado en casa de Filemón. Por el contrario, dio a entender que Onésimo merecía el castigo, y no le pidió a Filemón que mostrara la misericordia de Cristo para con Onésimo.

Hablando en forma figurada, Pablo no se quedó junto Onésimo como su abogado defensor, tratando de persuadir a Filemón de que fuera misericordioso por amor a Onésimo, sino que se paró frente a Onésimo como su padre y su protector, protegiéndolo de Filemón, y proveyendo las razones de por qué Filemón debía ser misericordioso por amor a Pablo. Escuchemos la forma en que Pablo concluyó su petición en Filemón, versículo 20:

Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor; conforta mi corazón en el Señor. (Filemón 20)

Pablo esperaba que Filemón respetara tanto a Pablo que hiciera extensa su misericordia al hijo espiritual de Pablo, Onésimo. Y de este modo, con esta petición, Pablo le pidió a Filemón que sirviera al apóstol mostrando gentileza para con su hijo, a quien amaba con todo su corazón.

Nótese el lenguaje de Pablo aquí. Primero, Pablo pidió a Filemón que le diera un "beneficio," usando el verbo griego ovni,nhmi sobre el cual se construye el nombre Onésimo. Esencialmente, le pidió a Filemón que siguiera el ejemplo de su esclavo Onésimo de ser útil a Pablo.

Segundo, Pablo repitió su uso de la palabra "confortar." En Filemón, versículo 7, Pablo había felicitado a Filemón por confortar el corazón de los santos. Aquí, anima a Filemón a demostrar integridad, confortando también al apóstol preso.

Los eruditos han planteado muchas preguntas acerca de los detalle de la petición de Pablo. Algunos creen que Pablo sólo le estaba pidiendo a Filemón que tratara a Onésimo con misericordia y gentileza, y no buscara retribución o incluso restitución por el daño que Onésimo había ocasionado. Otros creen que Pablo le estaba pidiendo a Filemón aún más, quizá la emancipación de Onésimo, es decir, su libertad.

Puede que esto esté implícito en las palabras de Pablo en Filemón, versículos 15 y 16, donde Pablo escribió de este modo:

Porque quizás para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; no ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado. (Filemón 15-16)

Es posible leer este versículo e interpretar que Pablo quería que Filemón liberara a Onésimo, para que Onésimo ya no fuera un esclavo. Esta idea se refuerza cuando notamos que la palabra griega aivw,nion, aquí traducida como para bien, se traduce correctamente en varias traducciones como para siempre o eternamente. Aun cuando la esclavitud romana a menudo era perpetua, técnicamente era un acuerdo temporal, de modo que Pablo no podría haber asegurado a Filemón con exactitud que Onésimo seguiría siendo su esclavo útil para siempre. Sin embargo, nuestras relaciones en Cristo sí duran eternamente. Esto hace que uno sea tentado en ver en este versículo una alusión a la emancipación, o el otorgamiento de la libertad a Onésimo.

Al mismo tiempo, es importante reconocer que Pablo no enseñó que la fe cristiana requería que todos los amos cristianos liberaran a sus esclavos creyentes. En 1 de Corintios, capítulo 7, versículo 21, el enseñó que la libertad era preferible a la esclavitud. Pero sus instrucciones a los hogares en que los amos creyentes poseían esclavos creyentes no incluían la emancipación. Por ejemplo, el entregó esta enseñanza en 1 Timoteo 6, versículo 2:

Y los [esclavos] que tienen amos creyentes, no los tengan en menos por ser hermanos, sino sírvanles mejor, por cuanto son creyentes y amados los que se benefician de su buen servicio. (1 Timoteo 6:2)

A la luz de las diversas formas en que la esclavitud ha sido una institución de horribles abusos a través de la historia, puede parecer extraño escuchar a Pablo hablando de esta forma. Después de todo, cuando la mayoría de la gente de hoy pensamos en la esclavitud, vienen a nuestra mente las horribles atrocidades cometidas en el tráfico de esclavos africanos.

Pensamos en las personas que fueron esclavizadas a la fuerza, que fueron separadas de sus familias, y fueron sujetas a uno de los tratos inhumanos más inimaginables.

Fueron violados y golpeados, marcados con hierro y asesinados. Y para nuestra vergüenza, muchos cristianos defendieron esta brutalidad, apelando a la forma en que la Biblia trató la antigua esclavitud. Pero estaban trágica y tremendamente equivocados. Ni Pablo ni ningún otro escritor bíblico habrían respaldado esas prácticas. Al contrario, ellos los habrían condenado en los términos más severos.

Pero en el tiempo de Pablo, la esclavitud era distinta. En general, era un arreglo económico positivo, especialmente cuando ambos, amo y esclavo, eran cristianos. Y en realidad, tanto el amo como el esclavo vivían en la misma casa, y Dios exigía que ambos se sirviesen y se amasen mutuamente. Para todos los efectos, ellos eran una familia extendida.

Y dado que estas relaciones podían conducirse en una forma piadosa y beneficiosa para ambas partes, Pablo no le dio instrucciones a la iglesia de demoler las instituciones sociales. Por el contrario, les enseñó a administrar la esclavitud de forma cristiana.

Pablo quería lo mejor para Onésimo, y que Filemón sabía cómo satisfacer las expectativas de los apóstoles. El lenguaje general de Pablo no nos permite saber, si sólo le estaba pidiendo a Filemón que perdonara a Onésimo y lo tratara como a un esclavo honorable de su casa, o si le estaba pidiendo la libertad legal de Onésimo. Y, sin conocer más detalles acerca de las habilidades y las circunstancias de Onésimo, es muy difícil determinar qué decisión lo habría beneficiado más. Pero en todo caso, está claro que la petición de Pablo fue diseñada con el objetivo de asegurar un buena vida a Onésimo, en la que se le tratase con honor y respeto cristianos, y en la que la iglesia mostrase amor y misericordia.

Confianza

Finalmente, después de presentar su petición a Filemón, Pablo concluyó en el versículo 21 con una declaración de confianza. Aquí, Pablo expresó su convicción de que Filemón haría lo que el apóstol le pidió. Leemos estas palabras de cierre sobre la petición de Pablo en Filemón, versículo 21:

Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que te digo. (Filemón 21)

Pablo tenía dos fuertes razones para creer que Filemón le concedería su petición. Primero, Filemón amaba y respetaba a Pablo y, por lo tanto, estaba motivado para agradarlo. Y segundo, Filemón amaba a la iglesia, a la que Onésimo recién se había unido.

La Escritura no registra para nosotros la respuesta de Filemón. Tampoco nos cuenta qué sucedió con Onésimo. Por muchos siglos, se creyó que Filemón le otorgó la libertad, y que más tarde él llegó a ser Obispo de Efeso, muriendo como un mártir en Roma el año 95 DC. Lo cierto es que hubo un obispo Onésimo que sucedió a Timoteo en el primer siglo.

Pero la verdad es que Onésimo era un nombre muy común, de modo que el esclavo puede no haber sido el mismo hombre que el obispo. Al mismo tiempo, con mucha facilidad, un cristiano entrenado por Pablo pudo haber surgido y haberse hecho prominente. De modo que tampoco podemos descartar tal posibilidad.

En cualquier caso, la confianza de Pablo en Filemón debe inclinarnos a sospechar que éste hizo lo que era mejor para Onésimo. Y según algunos eruditos, el sólo hecho de que poseamos la carta de Pablo a Filemón, implica que Filemón hizo lo correcto, dado que lo más probable es que hubiera destruido la evidencia de la solicitud de Pablo si no la hubiera concedido.

Saludos Finales

Ahora que ya hemos visto la petición de Pablo a Filemón, tenemos que concentrarnos en la última sección de la carta, los saludos finales a Filemón y a su casa, y que hallamos en Filemón, versículos 22 al 25.

Esta sección contiene más bien saludos tipos en el versículo 24, y una hermosa bendición tipo en el versículo 25. Peo hay dos detalles en los versículos anteriores que son dignos de una atención especial.

Primero, en el versículo 22, Pablo expresó su expectativa de ser liberado muy pronto de prisión, y le pidió a Filemón que preparara una habitación para él. Sin duda, esto debe haber estimulado a Filemón a conceder la petición de Pablo, dado que tendría que encontrarse con el apóstol mismo en un futuro cercano.

Segundo, tal como ya lo mencionamos en esta lección, Pablo envió un saludo especial de Epafras en el versículo 23, indicando que Epafras estaba sirviendo como un testigo a distancia de la resolución de Filemón sobre el asunto con Onésimo.

APLICACIÓN CONTEMPORÁNEA

Ahora que ya hemos revisado el trasfondo de la epístola de Pablo a Filemón, así como su estructura y su contenido, es el momento de discutir la aplicación contemporánea de la intercesión ejemplar de Pablo en favor de Onésimo.

Una de las razones por las cuales la carta de Pablo a Filemón es tan importante, es que nos muestra cómo Pablo aplicaba su teología a su propia vida. Cuando observamos su carta a los Colosenses y a los Efesios, hallamos muchas afirmaciones generales y muchas aplicaciones hipotéticas de sus enseñanzas. En su carta a Filemón nos hemos movido más allá de lo general a lo específico, más allá de lo hipotético a lo real, más allá de la instrucción a la acción. Vemos a Pablo como un cristiano que vive en forma consistente con su doctrina.

Y así, a medida que buscamos aplicaciones contemporáneas del libro de Filemón, prestaremos especial atención a las formas en que la mediación de Pablo entre Onésimo y Filemón está de acuerdo con sus enseñanzas en otras epístolas.

Al considerar la aplicación contemporánea de la carta de Pablo a Filemón, nos concentraremos en tres temas: primero, la necesidad de rendirnos cuentas mutuamente entre cristianos; segundo, el valor de la compasión en nuestras relaciones con la iglesia; y finalmente, la importancia de la reconciliación dentro de la familia de Dios. Vayamos primero a la necesidad de rendirnos cuentas mutuamente entre cristianos.

Rendir Cuentas

Tal como lo mencionamos, en su carta a Filemón, Pablo mencionó a varios individuos como testigos de su intercesión por Onésimo, incluyendo a Apia, Arquipo, Epafras y la iglesia local en Colosas. Aun cuando Pablo no expresó en forma explícita la razón por la que hizo esto, la mejor explicación parecería ser que él esperaba que sus ojos atentos de estas personas animaran a Filemón a hacer lo correcto.

Esta estrategia concuerda con su enseñanza en Efesios capítulo 5 versículos 11 al 21. Veremos diversas secciones de los versículos de este pasaje,

Comenzando con Efesios 5, versículos 11 al 15, donde Pablo da estas instrucciones:

Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas…Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios. (Efesios 5:11-15)

Pablo enseñaba que los cristianos están expuestos a los pecados. Su razonamiento era que aquellos que los cometen se avergonzarían de que sus pecados sean conocidos. Lo sabio, entonces, es exponer nuestras vidas a la luz, es decir, a la comunión del reino de la luz, de modo que nos prevengamos de pecar.

Ahora, Pablo no estaba diciendo que los cristianos tienen que vigilarse unos a otros como policías, asegurándose de que nadie esté sólo, o espiándose unos a otros. Más bien, está apuntando a la sabiduría del rendirse cuentas mutuamente. Cuando vivimos nuestras abiertamente, cuando otros saben lo que estamos haciendo, tenemos menos posibilidades de sucumbir ante la tentación. Una razón para esto es que nos avergonzamos de cometer pecados cuando otros saben acerca de ellos.

En el caso de Onésimo y Filemón, si nadie hubiera sabido de la carta de Pablo, y si Pablo mismo no hubiera planeado tratar lo de Filemón, entonces nadie habría podido fijarse si Filemón hizo lo correcto. Si hubiese tratado a Onésimo con rudeza, sólo Filemón mismo habría sabido que eso violó la solicitud de Pablo.

Pero al hacer público el asunto, Pablo se aseguró de que Filemón tendría que sufrir la desaprobación de su familia y de la iglesia en Colosas, si él trataba a Onésimo en forma ruda. Esta amenaza lo motivó a hacer lo correcto. En el Antiguo Testamento, el Señor mismo comúnmente usó el potencial de la vergüenza para motivar a su gente a hacer lo correcto.

Por ejemplo, en Habacuc capítulo 2 versículo 16 el profeta proclamó estas palabras de Dios a Judá:

Te has llenado de deshonra más que de honra; bebe tú también…el cáliz de la mano derecha de Jehová vendrá hasta ti, y vómito de afrenta sobre tu gloria. (Habacuc 2:16)

Dios amenazó con avergonzar a los judíos con el propósito de que se volvieran de su pecado.

Y en Ezequiel capítulo 7 versículo 18, el Señor trató de motivar a Israel a la obediencia con la siguiente amenaza de vergüenza:

Se ceñirán también de cilicio, y les cubrirá terror; en todo rostro habrá vergüenza, y todas sus cabezas estarán rapadas. (Ezequiel 7:18)

Del mismo modo, tenemos muchos pecados secretos en la iglesia moderna. Los cristianos quieren vivir con muchos de esos pecados, pero se avergonzarían si otros supieran de ellos. De modo que una forma en que la Iglesia puede mantenernos responsablemente atentos con respecto a estos pecados es que los creyentes permanezcan en estrecha comunión.

Pero la vergüenza no es la única forma de prevención que ofrece la rendición de cuentas cristiana. Por el contrario, el ejemplo de Pablo en Filemón enfatiza que los cristianos deberían ser responsables unos a otros en gran medida a través de la encantadora comunión.

Escuchen las palabras de Pablo en Efesios, capítulo 5, versículo 19:

Hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales. (Efesios 5:19)

Los cristianos se cuidan también unos a otros de pecar, ofreciéndose mutuamente palabras de ánimo. Escuchemos sus palabras en Efesios, capítulo 5, versículo 21.

Someteos unos a otros en el temor de Dios. (Efesios 5:21)

La iglesia debe ser un lugar santo, una comunidad de gente obediente a Dios; y esto significa que el consejo de la iglesia debe ser piadoso y recto.

De manera que, en la medida en que vivamos en comunión unos con otros, animándonos a las buenas obras, será necesario que prestemos especial atención a las formas en que nuestros líderes y nuestras tradiciones nos entrenan para que nos comportemos bien, y al consejo de los creyentes sabios y piadosos.

En resumen, a través del uso de los testigos de la interacción entre Filemón y Onésimo, aprendemos que la iglesia puede prevenir el pecado y animarse a las buenas obras, demostrando desaprobación por el pecado, dando aliento y sometiéndose al sabio consejo de la iglesia.

Ahora que ya hemos observado las implicaciones que la carta de Pablo a Filemón tiene para la rendición de cuentas en la iglesia, tenemos que ir a nuestro segundo punto de aplicación: la importancia de la compasión en nuestras relaciones con los otros cristianos.

Compasión

De todas las cualidades que Cristo demostró durante su ministerio terrenal, quizá la más impresionante fue su compasión. Sí, él tenía un celo por la santidad y la reverencia, y es innegable su énfasis en la justicia y la moralidad. Así como también mostró sabiduría, integridad y dignidad sin paralelos.

Pero mucho más memorables son su gentileza, su compasión, su preocupación, su amor por los demás, su avidez por perdonar, su voluntad de sufrir para que otros no tuvieran que hacerlo. Su historia consiste en resucitar a los muertos, consolar a los vivos, curar a los enfermos, sanar a los cojos, alimentar a los hambrientos, pastorear a los perdidos, a los heridos y a los aterrorizados — y morir en la cruz por los que lo odiaban. En resumen, es la compasión de Cristo la que toca nuestros corazones con mayor profundidad.

Y es esta la compasión que Pablo nos anima a imitar a través de su adoración, su enseñanza y su ejemplo en su carta a Filemón.

Consideraremos dos tipos de compasión en la carta de Pablo a Filemón, comenzando con la gentileza y la caridad, y luego observaremos las acciones de intercesión. Comencemos considerando las acciones de gentileza como ejemplos de compasión cristiana.

Caridad

Pablo enseñó que todos los creyentes deben mostrar compasión y caridad cuando alabó a Filemón por su servicio a la iglesia, y cuando apeló a estas como la base de su petición a Filemón. Escuchemos las palabras de Pablo en Filemón, versículos 7 al 9:

Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos…te ruego por amor, siendo como soy, Pablo ya anciano, y ahora, además, prisionero de Jesucristo. (Filemón 7-9)

Pablo estaba animado por la forma en que Filemón había confortado los corazones de los santos, es decir, la forma en que había demostrado gentileza por los demás cristianos. Y Pablo quiso recibir una caridad similar dado que él era un anciano y un prisionero que merecía la compasión y que estaba con necesidad de ayuda.

Tal como lo escribió en Colosenses, capítulo 3, versículos 11 y 12:

Cristo es el todo, y en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia [y] benignidad. (Colosenses 3:11-12)

Dado que los otros creyentes están unidos a Jesús, debemos tratarlos como lo haría el Señor, y como el Señor nos trataría a nosotros, mostrándoles abundante cuidado, y ayudándoles a satisfacer sus necesidades.

De esta y muchas otras formas, Pablo demostró que la misericordia y la caridad son aspectos importantes de la vida cristiana. Y así, tal como Pablo y Filemón, los cristianos contemporáneos debemos ser movidos a la compasión y al amor por los que están en la iglesia, y debemos atender a sus necesidades en cuanto sea posible.

Un segundo tipo de compasión que Pablo estimuló en su carta a Filemón es la intercesión, en la que un cristiano se transforma en el abogado de otro.

Intercesión

La intercesión puede tomar muchas formas. En un extremo del espectro. Puede ser tan simple como la expresión de una opinión, sin riesgo personal, que influye en las circunstancias a favor del otro.

En el otro extremo del espectro, puede ser tan intenso como dar su vida por proteger a otro que es culpable. El ejemplo más obvio de este tipo de intercesión es el sacrificio que Cristo ofreció para obtener la salvación de los pecadores. Y entre estos dos extremos, hay muchos otros tipos de intercesión posibles.

Escuchen las palabras de Pablo a Filemón en relación a Onésimo en Filemón, versículos 17 al 19:

Recíbele como a mí mismo. Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta…yo lo pagaré. (Filemón 17-19)

A través del ejemplo de Pablo, a los cristianos contemporáneos se nos llama a interceder por otros creyentes del mismo modo. Algunas veces se nos llama a interceder en forma sencilla. En otras oportunidades, nuestra compasión por los demás nos va a llamar a niveles más profundos de intercesión. Y en algunos casos, la compasión incluso nos va a impeler a interceder, ofreciendo nuestras vidas por el beneficio o la protección de otros.

Tal como escribió Pablo en Efesios, capítulo 5, versículos 1 y 2:

Sed, pues, imitadores de Dios…y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. (Efesios 5:1-2)

Ahora que hemos observado algunas formas en que la enseñanza de Pablo en Filemón se aplica a la rendición de cuentas en la iglesia, y a la compasión cristiana, estamos listos para enfocarnos en nuestro último tema: la reconciliación mutua de los creyentes a través de nuestro Señor Jesucristo.

Reconciliación

Cuando hablamos de reconciliación, necesitamos dejar en claro que no sólo estamos hablando de crear unidad y amor donde no existían antes. Más bien, estamos hablando de crear unidad y amor donde antes existía hostilidad.

La reconciliación esta enraizada en el perdón y en la misericordia, y se mantiene con paciencia y tolerancia. Se asume que hay una fuente de conflicto entre nosotros, pero que hemos puesto de lado el conflicto para conseguir algo mejor, en otras palabras, paz entre el uno y el otro, amor mutuo del uno por el otro, y servicio mutuo del uno hacia el otro.

En sus epístolas a los Colosenses y a los Efesios, Pablo habló con frecuencia de la reconciliación entre los creyentes, tanto en el plano individual como en el plano corporativo, a nivel étnico. Y él describió esta reconciliación como un elemento esencial del evangelio.

Pablo insistió mucho en que Onésimo y Filemón tenían la obligación de restaurar su relación y abrazarse el uno al otro como hermanos en Cristo sin guardar resentimientos.

Onésimo, por su parte, tenía que arrepentirse de su pecado, lo que había hecho al convertirse al cristianismo bajo el ministerio de Pablo. Y como esclavo de Filemón, además tenía que someterse al juicio de Filemón.

Filemón, en cambio, estaba obligado a amar a Onésimo, tratarlo con misericordia, perdonar su pecado y abrazarlo como un hermano en Cristo.

Del mismo modo, los cristianos contemporáneos deben estar ansiosos de arrepentirse y perdonarse los unos a los otros, y ser restaurados en relaciones sanas.

Hoy, del mismo modo que en los días de Pablo, habrá tensiones, resentimientos y otros conflictos entre las diferentes razas y grupos étnicos dentro de la iglesia, y Pablo no estaba argumentando que cada cual que sentía esa lucha no era salvo. Más bien, estaba diciendo que el fundamento para esos problemas había sido eliminado por Cristo, de modo que toda lucha racial y étnica en la iglesia era inválida y, por lo tanto, pecaminosa.

Por ejemplo, en Efesios capítulo 2 versículos 14 al 16, él escribió sobre la reconciliación entre los creyentes judíos y gentiles con estas palabras:

[Cristo] es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación…para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. (Efesios 2:14-16)

Aquí, según el argumento de Pablo, la reconciliación entre los judíos y gentiles creyentes en Cristo es un aspecto de nuestra unión con Cristo y, por lo tanto, es un paso esencial en nuestra reconciliación con Dios.

Y lo mismo es cierto es nuestros días con respecto a la lucha racial y étnica, y con respecto a cualquier otra diferencia entre los creyentes que se transforme en una fuente de problemas. Es porque estamos unidos con Cristo que todos somos perdonados y bendecidos. De modo que no tenemos sustento para el resentimiento o para rehusarnos a reconciliarnos con cualquier creyente.

Nuestro señor ha removido cualquier base para los conflictos entre nosotros, así es que tenemos que reconocer nuestra lucha como un pecado, y luchar por la unidad, el amor y la armonía en el cuerpo de Cristo.

Escuchen las palabras de Pablo en Efesios capítulo 4 versículo 32:

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)

Y consideren su enseñanza en Colosenses, capítulo 3, versículos 13 al 15:

Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. (Colosenses 3:13-15)

Hemos sido llamados a abandonar nuestros prejuicios y resentimientos, y a amarnos unos a otros, a ver a cada cristiano a través de los ojos de Cristo, y a disfrutar juntos de la paz.

La reconciliación entre los creyentes debe ser una alta prioridad en la iglesia de hoy.

CONCLUSIÓN

En esta lección hemos observado en detalle la epístola de Pablo a su amigo colosense Filemón. Hemos explorado el trasfondo de esta carta, y hemos estudiado la estructura y el contenido de la carta. Y finalmente, hemos considerado un número de aplicaciones contemporáneas derivadas del ejemplo de Pablo en su carta a Filemón.

La epístola a Filemón es una parte pequeña pero maravillosa del Nuevo Testamento. Nos ofrece una visión única de cómo el apóstol Pablo se relacionaba con otros creyentes, y verdaderamente vivía las doctrinas que enseñaba.

Más allá de esto, tiene mucho que enseñarnos sobre el valor que debemos otorgar a cada uno de los creyentes en la iglesia, y sobre la forma en que la consideración apropiada de su valor debe impactar en nuestras vidas, especialmente cuando se trata de mantener relaciones sanas.

En la medida en que vivamos de acuerdo a los principios que Pablo modeló para nosotros en su carta a Filemón, daremos pasos gigantes hacia la edificación de la iglesia para la gloria de Cristo.