La Historia Primigenia: Al Encuentro del Paraíso Perdido

INTRODUCCIÓN

Supongo que todos hemos perdido algo en alguna ocasión; quizá un libro, o las llaves de la casa. No sé que es lo que tú haces cuando pierdes algo, pero si pierdo algo lo primero que hago es retrotraer mis pasos mentalmente en el tiempo para poder recordar dónde puse lo que perdí. Hecho esto, puedo revertir cuidadosamente lo que hice mal, y entonces puedo poner las llaves en su lugar, y el libro de vuelta en el librero. Retrotraer y revertir es una de las mejores formas que conozco para encontrar algo que perdí.

Hemos titulado esta lección "Al Encuentro del Paraíso Perdido", y en ella concentraremos nuestra atención en Génesis capítulo 2 versículo 4 al capítulo 3 versículo 24, es decir, la historia del pecado Adán y Eva en el huerto del Edén. Veremos que Moisés escribió acerca de cómo fue que Adán y Eva perdieron el paraíso con el fin estimular a Israel a analizar y revertir los pasos que Adán y Eva dieron en el huerto del Edén. Solamente después de aprender de esta historia Israel podría encontrar nuevamente el paraíso. Veremos que el estímulo que dio Moisés a Israel entonces es el mismo mensaje que Dios nos da a nosotros hoy. Revirtiendo los pasos de Adán y Eva, los cristianos hoy podemos encontrar también el paraíso perdido.

Dividiremos nuestro estudio de Génesis capítulo 2 versículo 4 al capítulo 3 versículo 24 en tres partes. En primero lugar examinaremos la estructura literaria del pasaje. En segundo lugar nos enfocaremos en el significado original de estos capítulos para determinar por qué Moisés escribe de esta forma a los hijos de Israel. En tercer lugar, dirigiremos nuestra atención a las aplicaciones para nuestros días, inquiriendo sobre la manera en que el Nuevo Testamento nos guía hacia el uso correcto de este pasaje en nuestras vidas. Comencemos pues examinando la estructura literaria de nuestro pasaje.

ESTRUCTURA LITERARIA

A pesar de que Génesis capítulos 2 y 3 conforman un pasaje largo que abarca muchos tópicos, se trata de hecho de una sola unidad narrativa. Para entender el pasaje apropiadamente necesitamos ver estos dos capítulos como una sola unidad literaria.

Nuestra investigación sobre la estructura literaria de los capítulos 2 y 3 de Génesis tendrá dos aspectos principales. En primer lugar, obtendremos una visión panorámica de las secciones principales del pasaje; y segundo lugar, resaltaremos la impresionante simetría que existe entre estas secciones, a fin de poder entender fundamentalmente lo que Moisés estaba diciéndole a Israel. Comencemos con una visión panorámica de la estructura literaria de Génesis capítulo 2 versículo 4 al capítulo 3 versículo 24.

Visión Panorámica

Después del breve encabezado que aparece en la primera mitad del capítulo 2 versículo 4, los capítulos se dividen en cuatro grandes secciones delimitadas principalmente por los cambios de tópicos y personajes.

Recorramos estas secciones para hacer un resumen de su contenido básico. La primera sección o paso dramático de nuestra historia aparece en el capítulo 2, de los versículos 4 al 17, en donde leemos que Dios puso a Adán y a Eva en el huerto del Edén.

En el Huerto

Estos versículos comienzan con una visión panorámica del huerto del Edén y, según nos dice el pasaje, el huerto en su totalidad era un sitio espléndido para morar y trabajar. Luego el interés de esta sección se concentra en la creación de Adán y su encargo de labrar el huerto. Adán recibió un gran privilegio por la gracia de Dios. Dios le encargo que cuidara de su huerto en representación suya.

El segundo paso dramático de nuestra narrativa abarca de los versículos 18 al 25 del capítulo 2, y lo designaremos la humanidad mejora su situación.

Mejor Situación

En este material, Dios añade mayores bendiciones a la vida de Adán. Esta sección comienza introduciendo un nuevo problema, el cual encontramos en el capítulo 2 versículo 18. Dios mira a Adán y dice:

No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. (Génesis 2:18)

El resto de esta sección reporta cómo fue que Dios resolvió este problema. Adán buscó compañía entre los animales, pero al final Dios forma una mujer y se la trae a Adán. De esta manera Dios mejora grandemente las ya de por sí maravillosas condiciones que el hombre gozaba en el huerto.

La tercera sección de nuestra narrativa abarca del versículo 1 al versículo 21 del capítulo 3, y la llamaremos la humanidad bajo la maldición.

Bajo la Maldición

Este material comienza en el versículo 1 del capítulo 3 con la introducción de un nuevo personaje y un nuevo tópico: La serpiente tentadora.

De este punto en adelante, el pasaje de los versículos 1 al 21 del capítulo 3 trata acerca de la tentación de la serpiente y el resultado de dicha tentación. Eva cae presa de la tentación de la serpiente de manera que come del fruto prohibido y con ella Adán, cayendo así bajo maldición de Dios.

La cuarta sección de esta unidad abarca de los versículos 22 al 24 del capítulo 3, y la hemos titulado la humanidad fuera del huerto.

Fuera del Huerto

Esta sección está delimitada mediante otro cambio de tópico. Encontramos aquí a Dios hablando sobre el problema del árbol de la vida. En el versículo 22 leemos lo siguiente:

He aquí el hombre es como uno de nosotros ... ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. (Génesis 3:22)

Para evitar que Adán comiera de este árbol, Dios lo echó fuera del huerto y colocó querubines y una espada encendida a la entrada del huerto del Edén. A partir de ese momento, los seres humanos no tendrán ya acceso al huerto del Edén a menos que Dios intervenga directamente.

Teniendo en mente las cuatro grandes secciones o pasos dramáticos de este pasaje, revisemos ahora más de cerca el pasaje de Génesis capítulo 2 versículo 4 al capítulo 3 versículo 24, a fin de resaltar la dramática simetría que este pasaje presenta.

Simetría

Mediante la yuxtaposición de diferentes elementos en estas secciones Moisés revela la preocupación central de esta unidad narrativa.

A fin de explorar las simetrías de esta narrativa, veremos primero el balance que existe entre el principio y el final de nuestra narrativa, y luego veremos la simetría que se da entre las dos porciones medias de esta historia. Veamos primero el principio y el final de este pasaje.

Principio y Final

Notemos el marcado contraste que existe entre la porción del capítulo 2 versículos 4 al 17 y la del capítulo 3 versículos 22 al 24, el cual se manifiesta en tres aspectos.

El primer contraste es la localización. El relato comienza en el versículo 8 del capítulo 2, cuando Dios coloca a Adán en el huerto del Edén. Adán vivía y trabajaba en un sitio lleno de las bendiciones de Dios. Estaban rodeados de vegetación maravillosa, agua abundante, metales y piedras preciosas por todos lados.

En contraste con esto, el capítulo 3 versículo 24 termina con la expulsión que Dios hace de Adán y Eva del huerto. Este contraste geográfico deja claro que el sitio ideal para que vivieran los seres humanos en la tierra era el huerto del Edén.

Un segundo contraste entre ambas secciones son los árboles especiales que había en el huerto. A pesar de que los versículos 4 al 17 del capítulo 2 mencionan dos árboles, el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y el mal, en el versículo 17 del capítulo 2 la atención se centra en un sólo árbol, el árbol de la ciencia del bien y del mal. Este árbol poseía el poder de otorgarles a los seres humanos el conocimiento experimental del bien y del pecado. Podía abrir sus ojos a cosas que ellos nunca antes habían visto.

En contraste con esto, al final de la narrativa, Dios ya no está preocupado con el árbol del conocimiento del bien y el mal, sino exclusivamente con el árbol de la vida. Este árbol tenía el poder de darle a los seres humanos vida eterna. Pero Dios expulsa a Adán del lugar que da acceso a este árbol. Este contraste deja claro que ese el libre acceso al huerto y a sus bendiciones que alguna vez tuvo la humanidad se había perdido, en tanto que Dios no decretara lo contrario.

Un tercer contraste entre el principio y el final de nuestra narrativa es la comisión dada a la humanidad. En el capítulo 2 versículo 15, la primera sección reporta que Dios comisionó a Adán para que realizara una labor en el huerto gozando de bendición y sin dolor ni adversidad. Sin embargo, en el capítulo 3 versículo 23, Dios expulsa a Adán y Eva del huerto, y los condena a que su trabajo sea gravoso fuera del huerto. Este contraste provee también una perspectiva esencial de la historia. No solamente perdió la humanidad la vida maravillosa en el Edén, sino que también fue condenada a sufrir adversidad mientras esté fuera del huerto.

Estos tres contrastes entre la apertura y el cierre del pasaje de Génesis capítulos 2 y 3 enfoca nuestra atención algunos de los aspectos más vitales de esta narrativa. Moisés escribió acerca de un gran cambio en la condición humana acontecido en los tiempos primigenios. Originalmente Dios había ordenado que los seres humanos vivieran en su huerto, pero el pecado de Adán y Eva los condenó a adversidad y problemas, y los separó del árbol que da la vida eterna. Como veremos, este conjunto de contrastes se relacionaba directamente con la situación que los Israelitas se encontraban al ir conduciéndolos Moisés hacia la Tierra Prometida. Los Israelitas habían estado lejos del Edén cuando sufrieron bajo la cruel esclavitud en Egipto y necesitaban volver a alcanzar las bendiciones que Dios proveyó en el huerto del Edén.

Teniendo en mente el contraste simétrico de las partes exteriores de la historia, vayamos ahora a las porciones centrales de la historia, es decir, las porciones del capítulo 2 versículos 18 al 25 y del capítulo 3 versículos 1 al 21. Estas dos secciones internos llenan el vacío entre el principio y el final, formando su propio conjunto de simetrías contrastantes, por lo menos de tres maneras.

Porciones Medias

Uno de estos contrastes se enfoca en la relación de la humanidad con Dios. En la segunda sección encontramos una relación armoniosa entre Adán y Dios. En el capítulo 2 versículo 18, Dios expresa su preocupación por él y le trae una compañera perfecta como pareja. El cuadro representado es que Dios y la raza humana gozaban de intimidad y estaban en paz. Sin embargo, en la tercera porción de la narrativa, la desarmonía reemplaza la armonía que existía originalmente entre Dios y la humanidad. Adán y Eva desobedecen el mandamiento y en el capítulo 3 versículo 8 se esconden de Dios, y Dios habla iradamente en contra de Adán y Eva.

Un segundo contraste existe en las relaciones humanas. En el segundo paso dramático, en el capítulo 2 versículos 18 al 25, Adán y Eva se encontraban en un perfecto éxtasis. Adán compuso el primer poema de amor que encontramos en la Biblia al decir con respecto a Eva que era hueso de mis huesos y carne de mi carne, y vivían desnudos y sin vergüenza. En contraste con esto, en el capítulo 3 versículo 16, Dios pronuncia una maldición sobre esta relación declarando que la rencilla persistiría entre el hombre y la mujer. La mujer desearía su esposo y él dominaría sobre ella. Estas palabras revelan que el pecado de Adán y Eva no sólo afectó negativamente su relación con Dios sino también la relación entre ellos. De ese momento en adelante las relaciones humanas también se caracterizarían por dificultades y luchas.

Un tercer contraste aparece en la relación entre la humanidad y el mal. En la segunda sección el mal está ausente de la historia. Adán y Eva eran completamente inocentes y estaban separados del poder del mal. Sin embargo, en la tercera sección la humanidad ya había caído presa de la serpiente y estaba encerrada en una batalla a largo alcance con el mal. En el capítulo 3 versículo 15, Dios promete que un día la simiente de Eva vencería a la serpiente, pero ninguna victoria inmediata para Adán y Eva es ofrecida.

Estos contrastes entre la segunda y tercera porción de la narrativa nos ayudan a ver las preocupaciones que Moisés tenía en mente al escribir esta narrativa. Moisés escribió acerca de Adán y Eva en forma tal que se conectaba directamente con la experiencia de Israel. El pecado continuaba arruinando sus vidas. Dañó la relación entre Dios y la humanidad, así como las relaciones de los seres humanos entre sí. Pero sobre todo, cada día de adversidad que tenían que soportar les recordaba a Moisés y a Israel que, al igual que Adán y Eva, ellos también tenían que esperar el día en que finalmente Dios le dé a su pueblo la victoria sobre el mal.

Con la estructura literaria de este material en mente, estamos listos para explorar el significado original de este pasaje. ¿Por qué escribió Moisés esta historia acerca de la expulsión de la humanidad del huerto de Dios? ¿Qué mensaje le quería comunicar Moisés a la nación de Israel al ir conduciéndolos a la Tierra Prometida?

SIGNIFICADO ORIGINAL

Podemos estar seguros de que fundamentalmente Moisés escribió para enseñarles a los Israelitas algunos temas teológicos al ir guiándolos rumbo a la tierra prometida. Les enseñó acerca del origen, la naturaleza y el resultado del pecado en el mundo; éstos eran temas importantes para el pueblo. Sin embargo, como vimos en la lección anterior, Moisés no escribe la historia primigenia meramente para informar a Israel acerca temas generales de historia y teología. Al igual que otros escritores en la antigüedad, Moisés escribió su historia primigenia para darle a Israel instrucciones prácticas con respecto a los programas religiosos y sociales de su tiempo, los cuales involucraban el dejar a Egipto e ir a Canaán.

A fin de poder entender cómo fue que Moisés conectó la historia primigenia del huerto del Edén con la conquista de Canaán a cargo de los Israelitas, veremos tres elementos de la historia. Primero, el cuadro que Moisés pinta del huerto del Edén; segundo, la atención que pone en el requisito de lealtad de Adán y Eva y tercero, su descripción de las maldiciones que recayeron sobre Adán y Eva.

Huerto

La descripción que Moisés hace del huerto es tan compleja que deja sin responder muchas de las preguntas de nuestra curiosidad moderna acerca del Edén. Es posible, no obstante, entender el punto central de la presentación de Moisés. Como veremos, Moisés describe el huerto del Edén de manera tal que lo identifica con la tierra prometida. Desde su perspectiva, la tierra hacia la cual estaba guiando a Israel se encontraba en donde aluna vez estuvo la tierra primigenia llamada Edén.

Son muchos los aspectos de Génesis capítulos 2 y 3 que nos dejan claro que Moisés deseaba que Israel asociara a la tierra de Canaán con el Edén. No obstante, hay dos aspectos de su reseña que son particularmente importantes para establecer esta asociación: primero, la identidad del Edén; el segundo, la santidad del Edén. Veamos primero la identidad del Edén.

Identidad

En Génesis capítulo 2 versículos 10 al 14 leemos lo siguiente:

Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. (Génesis 2:10-14)

Moisés escribió acerca de un río que salía del Edén y se repartía en cuatro ramales. Estos ramales eran el Pisón, El Gihón, el Hidekel o Tigris y el Éufrates. Un río en el Edén era la fuente central que alimentaba a estos cuatro ríos.

Al explorar la descripción que Moisés hace, debemos recordar que a lo largo del tiempo han habido muchos cambios en la geografía de nuestro planeta desde el principio del mundo. Ya para el tiempo Moisés tal fuente central de agua que alimentaba los cuatro ríos había desaparecido. La Escritura nos enseña que esta fuente central de agua reaparecerá al final de los tiempos. Sin embargo, la referencia que hace Moisés a estos cuatro ríos alimentados por un río central nos proporciona un cuadro aproximado de la localización del Edén.

Podemos identificar a los ríos Tigris y Eufrates mencionados en los versículos 13 y 14 del capítulo 2 con la región moderna de dichos ríos Tigris y Eufrates. El hecho de que Génesis mencione estos ríos ha llevado a la mayoría de los intérpretes modernos a pensar que Génesis concuerda con la mitología de Babilónica, y que el Edén estaba localizado en la región de Mesopotamia. En el lenguaje Babilónico, Edén significa "planicie, o "llano"; término que corresponde a la descripción de la región baja del Tigris y el Eufrates. No obstante, Edén en hebreo significa "sitio agradable o placentero", y no "planicie". De manera que Moisés no estaba usando la palabra Babilónica en absoluto. Aunque Moisés usó una palabra Hebrea homófona, su concepto del lugar no era el mismo. De hecho, el relato de Génesis establece explícitamente que el Edén no estaba limitado a Mesopotamia.

Como vimos en Génesis capítulo 2 versículo 10, el Tigris y el Eufrates fluían de un gran río que estaba localizado en el Edén. Leemos en el versículo 10:

Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. (Génesis 2:10)

Lo que este pasaje ilustra es que el río en el Edén alimentaba al Tigris y al Eufrates, no que el Edén estaba limitado a la región del Tigris y el Eufrates.

Moisés mencionó al Tigris y al Eufrates a fin de proveer una orientación general del extremo Este del Edén. Los grandes ríos en el este marcaban el límite de la frontera oriental de la región del Edén.

Este punto de vista se confirma en vista de localización de los otros ríos mencionados en Génesis capítulo 2.

En el capítulo 2 versículo 11, Moisés menciona otros dos ríos. Dice que el río del Edén alimentaba al Pisón el cual rodea la tierra de Havila, y también el río Gihón, que rodea la tierra de Cus. En el Antiguo Testamento las tierras de Havila y Cus se asocian frecuentemente con la región de Egipto. No podemos estar seguros precisamente cómo entendía Moisés la relación de estos dos ríos con el gran río Nilo, pero podemos decir con seguridad que señala a la región noreste de Egipto como la frontera oeste del Edén.

Vemos entonces que, según lo que entendía Moisés, el Edén no era un lugar pequeño. Era una gran superficie que se extendía desde el Tigris y el Eufrates hasta donde actualmente se localiza el Sur de Turquía y hasta el borde de Egipto, casi toda la región conocida como la creciente fértil. Dentro de este gran territorio se encontraba el huerto del Edén, la pieza central de gran territorio de Edén.

Parecería en principio que la identificación que Moisés hace del Edén con la creciente fértil no es muy significativa, pero en realidad es crucial para entender la importancia que el Edén tenía para Israel cuando Moisés estaba escribiendo el libro de Génesis. Moisés hace referencia al capítulo 2 de Génesis, en otro pasaje del mismo libro, para enseñarle a Israel que la tierra del Edén, la creciente fértil, era la tierra que Dios prometió a Israel, la tierra a la que Él los estaba conduciendo.

Esto queda muy claro cuando Dios habla a Abram en Génesis capítulo 15 versículo 18. Escuchemos cómo describe Dios en este pasaje las fronteras de la tierra prometida:

En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates. (Génesis 15:18)

Vemos aquí que, por un lado, Dios prometió a Abram que sus tierras se extenderían también desde la región del Trigris y el Eufrates hasta el gran río de Egipto. Muchos intérpretes han sugerido que el río de Egipto quizá no se refiera al Nilo, sino a un río más pequeño en la frontera del Sinaí con Egipto. En cualquier caso, es evidente que estos versículos se refieren a las fronteras geográficas del Edén tal y como aparecen en Génesis 2. La alusión a Génesis 2 deja claro que Moisés creía que Dios le había prometido a Abram y a su descendencia lo que había sido conocido como la tierra del Edén.

Desde el punto de vista de Moisés, en tanto Israel se dirigiera hacia Canaán estaba dirigiéndose, de hecho, hacia la localización de la tierra primigenia del Edén.

A fin de resaltar la importancia de la travesía de Israel hacia el Edén, Moisés destacó el carácter santo de ese lugar con el propósito de enseñarle al pueblo de Israel que la tierra prometida hacia la cual estaba conduciéndolos era el sitio donde podrían recibir la bendición de entrar en la presencia especial de Dios.

Santidad

Moisés comunicó la santidad del Edén principalmente describiéndolo en la misma forma en que describió el tabernáculo que construyó en el desierto. Aunque Dios está presente en todo lugar, es decir, es omnipresente en un sentido general, Moisés construyó el tabernáculo a donde venía Dios para reunirse con su pueblo en un sentido muy especial. Dios mostraría su presencia en el tabernáculo, daba sus leyes, recibía la adoración de su pueblo y los bendecía mostrando su favor para con ellos. De manera que al describir Moisés el huerto del Edén en los mismos términos en que describió el tabernáculo, estaba revelando que el Edén, y consecuentemente Canaán, era el lugar de la sagrada presencia de Dios en la tierra, donde Israel podría recibir las grandes bendiciones de Dios.

Hay por lo menos siete aspectos que indican que el Edén era el lugar santo donde se encontraba la presencia especial Dios en la forma en que se encontraba en el tabernáculo.

Primero, en Génesis capítulo 3 versículo 8 Moisés usó una expresión especial al decir que Dios se paseaba en el huerto. La expresión Hebrea traducida aquí como "e paseaba es mit halek. Esta terminología es importante porque es una de la formas en que Moisés describe la presencia especial de Dios en el tabernáculo, en Levítico capítulo 26 versículos 11 y 12, y otros pasajes.

Segundo, en el capítulo 2 versículo 9 Moisés menciona el árbol de la vida como un elemento central del huerto del Edén. Este árbol sacramental poseía el poder de dar vida eterna a quienes comieran de él. Aunque la Biblia no dice esto explícitamente, la investigación arqueológica recientes ha notado que en muchos sitios en el mundo antiguo había imágenes estilizadas del árbol del la vida en los lugares sagrados. Esta evidencia apunta fuertemente a la interpretación según la cual el menorah, el candelero de siete brazos del tabernáculo de Moisés, era muy probablemente una representación estilizada del árbol de la vida. De esta manera, se demuestra que el huerto del Edén era originalmente el lugar sagrado sobre la tierra.

Un tercer aspecto que Moisés destacó acerca de la santidad del Edén fue su interés en el oro y ónice de la región. En el capítulo 2 versículos 12 y 13 encontramos que la región del Edén era abundante en oro y ónice. Como era de esperarse, Éxodo capítulos 25 al 40 mencionan al oro y al ónice como elementos importantes para la construcción del tabernáculo.

Una cuarta conexión entre el huerto del Edén y el tabernáculo es la presencia de querubines. De acuerdo con Génesis capítulo 2 versículo 24, Dios puso querubines en el huerto del Edén para vigilar el acceso al árbol de la vida. De manera similar, los querubines aparecen en las decoraciones del tabernáculo en pasajes como Éxodo capítulo 25 versículo 18 y capítulo 37 versículo 9. Estos querubines le recordaban a Israel no solamente los ángeles en el cielo, sino también los ángeles que estaban presentes en el santo huerto del Edén.

Quinto, como leemos en el capítulo 3 versículo 24, la entrada al Edén estaba localizada al este, es decir en el extremo oriente. Este dato podría parecer insignificante hasta que nos damos cuenta de que, como en la mayoría de los templos del antiguo medio oriente, la entrada del tabernáculo estaba también del lado oriental; de acuerdo con Éxodo capítulo 27 versículo 13 y muchos otros pasajes. Una vez más, el Edén es presentado como la santa morada de Dios.

Sexto, Moisés habló del servicio que Adán realizaba en el Edén en palabras semejantes a las que usó en otro lugar para referirse al servicio levítico en el tabernáculo.

En el capítulo 2 versículo 15, Moisés describe las responsabilidades que Adán tenía en el Edén, de la siguiente manera:

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara, y lo guardase. (Génesis 2:15)

Estos términos vuelven a aparecer juntos solamente en Números capítulo 3 versículos 7 y 8, y capítulo 8 versículo 26, en donde Moisés describe el trabajo de los levitas en el tabernáculo, usando las mismas expresiones. Adán y Eva servían como sacerdotes en el huerto del Edén.

Séptimo, es significativo que la formación del huerto del Edén se llevó a cabo después de los seis días de creación. Como vimos en la lección anterior, los seis días de creación llegaron a su clímax con la observancia sabática de Dios en Génesis capítulo 2 versículos 1 al 3. Resulta muy interesante el hecho de que, conforme a Éxodo capítulo 24 versículos 16 en adelante, Moisés haya pasado seis días en el monte con Dios, y que Dios le haya dado las instrucciones para construir el tabernáculo en el séptimo día.

Estas siete características del Edén nos muestran que Moisés consideraba al huerto del Edén como un lugar tan santo como el tabernáculo. Allí se encontraba la presencia especial de Dios en el mundo, estar en este sitio era estar cerca de las bendiciones de Dios.

Ahora bien, como ya hemos visto Moisés también creía que en Canaán había estado el Edén. Consecuentemente, al enfocarse en el carácter santo del Edén, Moisés también estaba llamando la atención al carácter santo de Canaán. Estar cerca de Canaán, era como estar cerca del lugar que Dios ordenó desde el principio como su santa morada.

Uno de los pasajes en donde se aprecia mejor la enseñanza de Moisés sobre este futuro lugar de adoración es Deuteronomio capítulo 12 versículos 10 al 11. Allí escribió lo siguiente:

Mas pasaréis el Jordán, y habitaréis en la tierra que Jehová vuestro Dios os hace heredar; y el os dará reposo de todos vuestros enemigos alrededor, y habitaréis seguros. Y al lugar que Jehová vuestro Dios escogiere para poner en él su nombre, allí llevaréis todas las cosas que yo os mando: vuestros holocaustos, vuestros sacrificios, vuestros diezmos, las ofrendas elevadas de vuestras manos, y todo lo escogido de los votos que hubiereis prometido a Jehová. (Deuteronomio 12:10-11)

Este pasaje revela una de las características centrales de la visión que Moisés tenía de Canaán. Moisés enfatizó Canaán sería el lugar en donde moraría permanentemente la presencia especial de Dios moraría, allí habría un templo para Jehová.

Ciertamente la tierra de Canaán en los días de Moisés era tan sólo una sombra de lo que originalmente había sido el Edén. Aún cuando Salomón construyó el templo en Jerusalén, la tierra prometida no estaba completamente redimida de pecado, ni restaurada a su perfección original. Sin embargo, al escribir Moisés sobre la santidad del Edén, estaba presentándoles a los Israelitas un cuadro de lo que su tierra podría llegar a ser algún día. Llegar a la tierra prometida era acercarse a las inmediaciones del Edén, el lugar de la presencia especial de Dios sobre la tierra. Tal y como Dios colocó a Adán y a Eva en ese maravilloso huerto y templo en el principio, así también estaba Dios trayendo a Israel a Canaán, y una vez que habitaran la tierra, la nación comenzaría a experimentar las bendiciones de vivir en la presencia especial de Dios.

Habiendo visto como fue que Moisés presentó las bendiciones de Adán y Eva en el huerto como un prototipo de la gracia que le esperaba a Israel en la tierra prometida, podemos ahora ver el segundo tema de Génesis capítulos 2 y 3. La prueba de lealtad que Dios pone a Adán y Eva. Este tema juega un papel crucial en su presentación.

Lealtad

Para Moisés, el tema de la lealtad era crucial en su narración de la historia del Edén. Aunque el huerto del Edén era un lugar de magníficas bendiciones, también era un lugar que requería responsabilidad moral. Moisés enfatizó este tema porque quería que los Israelitas recordaran que la tierra prometida hacia la que se dirigían, iba a requerir también que Israel fuera leal a los mandatos de Dios.

Para entender por qué Moisés enfatizó este tema, necesitamos explorar dos puntos: Primero, los requisitos de lealtad en el huerto del Edén; y, segundo, los requisitos de lealtad en Canaán. Veamos primero la lealtad que Dios esperaba de Adán y Eva en el Huerto del Edén.

En el Edén

El motivo de la lealtad en el huerto aparece casi desde el principio de Génesis capítulo 2 y reaparece una y otra vez a lo largo de los capítulos 2 y 3. Este es en gran manera el tema central de estos capítulos.

Escuchemos las palabras con las que Dios desafió a Adán a que le fuese fiel en Génesis capítulo 2 versículos 16 y 17:

De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis 2:16-17)

No es del todo claro el por qué Dios le prohibió a nuestros primeros padres comer del fruto de este árbol en particular, ya que el conocimiento del bien y el mal es exaltado en otras partes de la Escritura. A pesar de ello, queda claro que Dios estaba probando a Adán y a Eva para ver si ellos iban a serle leales. Si Adán y Eva eran obedientes, recibirían aun mayores bendiciones de Dios. Pero si se comportaban de manera rebelde, entonces sufrirían el juicio de Dios. El Edén era un lugar santo y la gente que vivía allí también tenía que ser santa.

Centrando su atención en la prueba de lealtad, Moisés destacó el requisito paralelo de lealtad de parte de los Israelitas a quienes conducía a la tierra prometida.

En Canaán

Al ir conduciendo a Israel rumbo a la tierra prometida, Moisés les advertía frecuentemente que el lugar al que se dirigían requería de ellos el serle fieles a Dios. Moisés resumió sucintamente su enseñanza a este respecto en el primer versículo del capítulo 8 de Deuteronomio:

Cuidarás de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. (Deuteronomio 8:1)

A partir de este pasaje, queda claro que Dios requería de Israel el que le fuesen fieles a él a fin de que pudiesen entrar y poseer la tierra de Canaán. De hecho, a lo largo de todo el peregrinar de la nación en el desierto, Dios probó a los israelitas para enseñarles cómo ser santos. En Deuteronomio capítulo 8 versículo 2 leemos lo siguiente:

Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos. (Deuteronomio 8:2)

Más aún, Moisés también les deja claro que una vez que llegasen a la tierra santa, la nación de Israel tendría que permanecer fiel a Dios o si no perdería estos privilegios. Veamos la manera en que él lo expresa en Deuteronomio capítulo 8 versículos 10 al 20.

Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos, que yo te ordeno hoy …Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios, y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres, y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis. Como las naciones que Jehová destruirá delante de vosotros, así pereceréis; por cuanto no habréis atendido a la voz de Jehová vuestro Dios. (Deuteronomio 8:10-11 y 19-20)

Moisés sabía que los Israelitas eran dados a rebelarse en contra los mandamientos de Dios igual que Adán y Eva. Es por esta tendencia, que la atención de Moisés se enfoca en la prueba de Adán y Eva en el huerto, para advertirles que Dios requería lealtad de todo aquel que quisiera morar en Canaán. Por supuesto que Dios no requería perfección de Israel, era sólo por la gracia de Dios que alguien podría permanecer fiel. Sin embargo, si violaba flagrantemente las leyes de Dios y se volvía en contra de él como Adán y Eva lo hicieron en el huerto, entonces Israel no podría disfrutar de las bendiciones de la tierra prometida. Al ir alentando Moisés a los Israelitas a avanzar hacia la tierra prometida, le interesaba que ellos recordaran esta característica de la vida en esa tierra.

Teniendo en mente las enseñanzas de Deuteronomio capítulo 8, podemos ver la principal razón por la que Moisés enfocó su atención en la lealtad requerida de Adán y a Eva. Enfatizó este asunto para inspirar a los Israelitas a revertir lo que Adán y Eva habían hecho, siendo ellos fieles a los mandamientos de Dios. Adán y Eva fueron probados en el huerto, y fueron echados fuera a causa de su pecado. En los días de Moisés todavía Israel se encontraba fuera del huerto del Edén, pero Dios los probó para preparar a la nación para que volviese a entrar al Edén a morar allí gozando de las bendiciones de Dios.

Vemos entonces Moisés escribió sobre la prueba de lealtad en el huerto del Edén, no sólo para explicar lo que había ocurrido mucho tiempo atrás en los tiempos primigenios de Adán y Eva, sino para explicar lo que estaba sucediendo en su época. Dios estaba ofreciéndole a Israel la bendición maravillosa de vivir en el huerto del Edén. Sin embargo, al igual que con Adán y Eva, ellos no podrían disfrutar de estas bendiciones a menos que fueran leales a Dios. Moisés estaba llamando a Israel a vivir por la fe como un pueblo santo completamente dedicados a los mandamientos de Dios. Sólo entonces podrían ellos alentar la esperanza de entrar en la tierra y permanecer en ella en paz.

Habiendo visto como conectó Moisés el huerto del Edén con la tierra de Canaán, como el santo lugar de la presencia y las bendiciones de Dios sobre la tierra, y habiendo notado el servicio leal requerido de parte de Israel al ir dirigiéndose hacia la tierra sagrada, vayamos ahora a una tercera dimensión del significado original de Génesis capítulos 2 y 3 para Israel: Las consecuencias de la deslealtad de Adán y Eva.

Consecuencias

Para darnos cuenta de las consecuencias de la infidelidad en el huerto, veremos las tres consecuencias del pecado de Adán y Eva: muerte, sufrimiento, y exclusión.

Muerte

En primer lugar, Moisés explica que Dios amenazó a Adán y Eva con la muerte como consecuencia de su pecado. Este tema aparece por primera vez en la advertencia que Dios hace a Adán en Génesis capítulo 2 versículo 17, Allí dijo Dios,

Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. (Génesis 2:17)

Las palabras "ciertamente morirás" se derivan de una expresión hebrea que indica la certeza de la llegada de la muerte. Esta construcción gramatical es muy similar a la forma en que la ley de Moisés amenaza con la pena capital. Cuando la ley Mosaica amenaza con la pena capital a los perpetradores de serios crímenes, Moisés declara, "ciertamente morirá", o "ciertamente morirán". El contenido legal de estos pasajes sugiere enfáticamente que estas expresiones eran fórmulas para declarar una sentencia de muerte. Dios no estaba diciendo que Adán y Eva iban a morir inmediatamente, sino que la muerte sería la consecuencia cierta del pecado.

A la luz de esto podemos entender la amenaza de muerte que Dios hace a Adán en Génesis capítulo 2 versículo17, como diciendo que Adán quedaría bajo sentencia de muerte, estaría condenado a morir. Moisés escribió sobre la consecuencia del pecado de Adán para explicar cómo entró la muerte a este mundo, pero su propósito también estaba relacionado más directamente con la experiencia de los Israelitas a quienes escribió. Ellos estaban familiarizados con la muerte. Los lectores de Moisés habían visto morir en el desierto a la mayor parte de la primera generación que había salido de Egipto, a causa de su rebelión contra Dios.

Tal y como Moisés escribió en Números capítulo 26 versículo 65,

Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto; y no quedó varón de ellos, sino Caleb hijo de Jefoné, y Josué hijo de Nun. (Números 26:65)

Una vez más vemos que el uso de las palabras "ciertamente morirán" alude a la ley de Moisés y al relato de Adán y Eva en el huerto. A este respecto, al oír los Israelitas la historia de Adán y Eva, podían conectar su experiencia de muerte en el desierto con la violación del mandato de Dios que cometieron Adán y Eva. La consecuencia de la infidelidad al mando de Dios en el Edén había sido una sentencia de muerte para los primeros padres de la humanidad, y la misma sentencia seguía vigente sobre aquellos Israelitas que también demostraran ser severamente infieles a los mandamientos de Dios en esa época.

Cuando leemos el relato de Génesis, queda claro que la muerte no sobrevino inmediatamente sobre Adán y Eva. Dios condena a Adán y Eva a una existencia caracterizada por el sufrimiento.

Sufrimiento

Por un lado, en Génesis capítulo 3 versículo 16 leemos que,

A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos. (Génesis 3:16)

Por otro lado, Dios también afligió a Adán con una vida de sufrimiento. Leemos las palabras que Dios le dice a Adán en Génesis capítulo 3 versículo17.

Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. (Génesis 3:17)

De todas las cosas que Moisés podría haber dicho sobre las consecuencias del pecado en el Edén, éste enfoque en la dualidad del dolor humano encaja bien con su propósito al escribir estos relatos a Israel. Ellos habían experimentado la clase de sufrimientos mencionados, al haber estado fuera de la tierra de Canaán. Pero oigamos la manera en que Moisés describe la vida en la tierra prometida. En Deuteronomio capítulo 11 versículos10 al 12 leemos lo siguiente:

La tierra a la cual entras para poseerla, no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. La tierra a la cual pasáis para tomarla, es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; Tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin. (Deuteronomio 11:10-12)

Consecuentemente, cuando Moisés escribió sobre el sobre el sufrimiento que experimentaron Adán y Eva, estaba llamando a sus lectores Israelitas a que evitaran la infidelidad, la cual resultaría en sufrimiento, a que fueran fieles al Señor, y a que regresaran a Canaán en donde podrían experimentar el gozo de vivir bajo la bendición de Dios.

Exclusión

Un tercer efecto de la deslealtad de Adán y Eva aparece en Génesis capítulo 3 versículo 22, que dice lo siguiente:

Dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. (Génesis 3:22)

Este pasaje nos dice que el árbol de la vida podía hacer que la humanidad viviera para siempre. Esta era la respuesta final al problema del sufrimiento y la muerte. Sin embargo, Dios no quería que Adán y Eva comieran de él en ese momento. Habían sido excluidos del huerto y del árbol de la vida.

Es importante para nosotros recordar que el acceso al árbol de la vida no estaba prohibido para la humanidad para siempre. Del resto de las Escrituras queda claro que el árbol de la vida no está prohibido para los seres humanos por siempre. Veamos lo que Juan dice sobre el árbol de la vida en Apocalipsis capítulo 2 versículo 7:

Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. (Apocalipsis 2:7)

Ahora bien, Juan está hablando del fin de los de los tiempos cuando Jesucristo regrese a la tierra. Sin embargo, sus palabras explican por qué Moisés escribió a Israel acerca de éste árbol. Cuando Adán y Eva pecaron, Dios bloqueó el camino al árbol de la vida, pero en los días de Moisés estaba abriéndole a Israel el camino para que recibiera por lo menos un anticipo de la bendición de la vida al volver a la tierra de Canaán. Veamos la manera en que Moisés lo expresa en Deuteronomio capítulo 30 versículos 19 y 20:

A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar. (Deuteronomio 30:19-20)

Si los Israelitas eran fieles a Dios tendrían la oportunidad de recibir larga vida y felicidad en Canaán. Así como Adán y Eva perdieron el acceso al árbol de la vida, en los días de Moisés Dios ofrecía a Israel saborear parcialmente la bendición de la vida que se encontraba allí. Esta experiencia de vida no era la totalidad de la vida eterna que conoceremos cuando Cristo regrese. No obstante, hubiera sido una muestra parcial de lo que habría de venir en Cristo. Moisés le ofreció a Israel la oportunidad de disfrutar de la bendición de una larga vida en la tierra de la promesa.

Vemos entonces que la historia de la rebelión de Adán y Eva en el huerto del Edén era mucho más que un recuento del origen del pecado en el mundo. Estableciendo conexiones entre el Edén y Canaán, Moisés instruyó a sus lectores Israelitas también acerca de sus propias vidas. Se dieron cuenta de cuán maravillosa podría ser para ellos la tierra de la promesa.

Habiendo visto la estructura literaria y el significado original de Génesis capítulos 2 y 3, podemos hacernos ahora una tercera pregunta. ¿Cómo nos enseña el Nuevo Testamento a aplicar este pasaje el día de hoy? Queda claro que Moisés escribió este pasaje para exhortar a sus lectores Israelitas a que evitaran los errores de Adán y Eva y a que volvieran al paraíso entrando a Canaán. ¿Pero qué tienen que ver estas instrucciones para Israel con nosotros el día de hoy?

GUÍA DE APLICACIÓN

Puesto en términos sencillos, así como Moisés usó la historia del pecado en el huerto para alentar a Israel a retrotraer y revertir los pasos de Adán de manera tal que pudieran encontrar la salvación de vivir de nuevo en el paraíso; así también los escritores del Nuevo Testamento enseñaron que la salvación en Cristo sería un regreso al paraíso.

Exploremos ahora el uso que el Nuevo Testamento hace de Génesis capítulo 2 versículo 4 al capítulo 3 versículo 24 en relación con Cristo, de la manera acostumbrada, enfocándonos en las tres fases del reino de Cristo. Comenzaremos examinando la manera en que se aplica este pasaje a la inauguración del reino en la primera venida de Cristo. Después veremos cómo se ocupa de nuestra vida hoy en la continuación del reino. Y, finalmente, veremos que el Nuevo Testamento hace uso de este pasaje al enseñar acerca de la consumación del reino de Cristo en su segunda venida. Veamos primero la inauguración del reino.

Inauguración

Una de las formas en que el Nuevo Testamento habla Cristo trayendo salvación al mundo es a través de Su ministerio terrenal. En la inauguración del reino, Cristo retrotrae y revierte los pasos de Adán y Eva en el huerto del Edén. Durante Su ministerio terrenal Jesús cumplió el mandato de Dios que Adán y Eva habían fallado en cumplir.

Investigaremos este aspecto de la enseñanza neo testamentaria revisando en primer lugar la manera en que este tema aparece en las epístolas de Pablo y, en segundo lugar, en el evangelio según Mateo. Comencemos, pues, con la perspectiva de Pablo.

Pablo

Pablo resume sucintamente su perspectiva en Romanos capítulo 5 versículo 14, en donde escribe lo siguiente:

Reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán; el cual es figura del que había de venir. (Romanos 5:14)

Notemos aquí cómo dice Pablo dice que Adán era el tipo de uno que habría de venir. El resto del capítulo 5 de Romanos deja claro que el que habría de venir era Cristo. Veamos cómo resume Pablo este tema en Romanos capítulo 5 versículos 18 y 19:

Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. (Romanos 5:18-19)

Notemos los términos en que Pablo plantea el asunto. La transgresión de Adán trajo la condenación a todos los hombres, pero la justicia de uno, es decir, Cristo, trajo a todos los hombres la justificación. ¿Cómo es que esto fue posible? Porque la desobediencia de un hombre, Adán, nos hizo pecadores. Pero la obediencia de uno, Cristo, nos hizo justos.

Esta enseñanza es conocida para la mayoría de los cristianos. Tal y como Moisés lo enseñó en Génesis capítulos 2 y 3, Adán era simplemente un hombre, pero sus acciones tuvieron consecuencias para todos los que están identificados con él. El pecado de Adán trajo la muerte a toda la raza huma porque él era nuestro representante federal o pactual delante de Dios. Como consecuencia del pecado de Adán, todos nacemos fuera del paraíso de la bendición de Dios y bajo la maldición de muerte.

De la misma manera, el Nuevo Testamento nos enseña que Cristo es el representante federal o pactual de todos aquellos que tienen fe en Él. No obstante, en contraste con la desobediencia de Adán, Cristo obedeció a Dios y trajo así justificación y vida a todos los que son contados con Él.

De esta enseñanza aprendemos algo muy importante acerca de la aplicación de la historia del pecado de Adán a nuestras vidas. La única forma en que el paraíso perdido puede ser reencontrado es mediante la justa obediencia de Cristo. No podemos entrar al paraíso de la salvación presentándonos delante de Dios por nosotros mismos. Aquél que hubiera de representarnos tenía que ser absolutamente perfecto en todo para poder entrar al paraíso antes que nosotros. Encontramos la salvación de la vida eterna delante de la presencia de Dios sólo porque Cristo, nuestro representante, fue completamente obediente al Padre. Durante su ministerio terrenal, Jesús se hizo merecedor de entrar al paraíso, y sólo aquellos que ponen su fe en Él, pueden entrar con Él.

Otros escritores del Nuevo Testamento comparten la analogía que Pablo hace entre Adán y Cristo. Veamos cómo es que aparece este tema en el evangelio de Mateo.

Mateo

Mateo, en particular, enfocó su atención en cómo Cristo retrotrajo y revirtió el pecado de Adán, en su relato de la tentación de Jesús, en Mateo capítulo 4 versículos 1 al 11 (cuyo pasaje paralelo se encuentra en Lucas capítulo 4 versículos 1 al 13).

La historia de la tentación de Cristo guarda una variedad de paralelismos tanto con la experiencia de Adán y Eva en el huerto como con el reto que Moisés hace a los Israelitas al escribirles acerca de Adán y Eva.

En primer lugar, la localización de la tentación de Cristo lo conecta con Israel cuando iba siguiendo Moisés. De acuerdo con Mateo capítulo 4 versículo 1, Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, tal y como Dios llevó a Israel al desierto. Fue en el desierto que Dios probó a Israel para ver si sería obediente. Así también Cristo fue probado en el desierto. En Segundo lugar, el lapso de tiempo que pasó Jesús en el desierto es paralelo al de la experiencia de Israel. Así como Israel pasó 40 años en el desierto, de acuerdo con Mateo capítulo 4 versículo 2, Cristo pasó cuarenta días en el desierto. En tercer lugar, el hambre fue una característica importante en la tentación de Cristo. En Mateo capítulo 4, Satanás tienta a Cristo para que convierta las piedras en pan. Esta dimensión de la tentación de Cristo es paralela con la prueba de Israel con respecto al agua y al alimento en el desierto. En cuarto lugar, Jesús mismo conectó su experiencia con la prueba de Israel en el desierto en la forma en que usó las Escrituras. En Mateo capítulo 4 versículo 4 Jesús cita Deuteronomio capítulo 8 versículo 3. En Mateo capítulo 4 versículo 7, cita Deuteronomio capítulo 6 versículo 16 y en Mateo capítulo 4 versículo 10 hizo referencia a Deuteronomio capítulo 6 versículo 13. Cada uno de estos pasajes del Antiguo Testamento provienen de pasajes en donde Moisés describe las pruebas de Israel en el desierto. Al citar estos pasajes Jesús conectaba directamente su experiencia con la del pueblo de Israel.

Vemos entonces que la narración que hace Mateo de la tentación de Cristo se conecta con el mensaje que Moisés dio originalmente a Israel en Génesis capítulos 2 y 3. A través de este acto de obediencia, Jesús triunfó en donde antes habían fallado tanto Adán como Israel. Cristo fue fiel a los mandamientos de Dios.

Esta es la razón por la que Jesús pronunció aquellas palabras tan bien conocidas en Lucas capítulo 23 versículo 43. Y así como Israel enfrentó sus pruebas en el desierto para prepararse para entrar en el paraíso de Canaán, Lucas capítulo 23 versículo 43 nos dice que Jesús estando en la cruz le dijo al ladrón arrepentido estas palabras:

De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23:43)

La recompensa de Cristo por su fidelidad fue la entrada al paraíso.

Vemos así que el Nuevo Testamento asocia la tentación de Adán y Eva, al igual que las pruebas de Israel en el desierto, con la inauguración del reino de Cristo en su ministerio terrenal. Cristo fue el postrer Adán que triunfó en donde el primer Adán falló. Además, Cristo venció la tentación en el desierto, en la cual Israel fracasó, y por esta razón Él entró al paraíso eterno.

Ahora que hemos visto cómo relaciona el Nuevo Testamento el relato que Moisés hace de Adán y Eva en el huerto con la primera venida de Cristo, pasemos a la segunda pregunta. ¿Cómo aplica el Nuevo Testamento estos principios a la continuación del reino, al tiempo en el que vivimos?

Continuación

Aunque son varios los pasajes del Nuevo Testamento que destacan a este respecto, solamente examinaremos dos de ellos. Primero, el enfoque que hace Pablo de estos capítulos de Génesis, y segundo la forma en que Santiago escribe sobre estos asuntos.

Pablo

Veamos primero las palabras de Pablo en 2 de Corintios capítulo 11 versículo 3:

Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. (2 Corintios 11:3)

Pablo sigue adelante en este capítulo explicando su profunda preocupación de que los corintios estuviesen volviéndose a otro evangelio.

Vemos aquí que Pablo apeló al ejemplo negativo de Eva para advertir a los corintios en contra de que cayeran en la peor clase de deslealtad, darle la espalda al verdadero evangelio de Cristo. Tal y como Moisés usó la historia de la tentación de Eva para alertar a Israel a seguir fielmente hacia la tierra prometida, Pablo usó la misma historia para alertar a los creyentes de su día con respecto a lealtad fundamental que se requiere de todo el que sigue a Cristo. Durante la continuación del reino mucha gente en la iglesia visible enfrenta el peligro de darle la espalda a la verdad esencial del evangelio. La iglesia debe de guardarse en contra de tan severa apostasía porque las consecuencias son tan horribles como lo fueron para Adán y Eva.

Santiago

Santiago asumió una postura similar a la de Pablo al explicar el papel que juegan las tentaciones y las pruebas en la vida cristiana. En Santiago capítulo 1 versículos 12 al 15 leemos lo siguiente:

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman…cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte. (Santiago 1:12-15)

Queda claro que Santiago está aludiendo a Génesis capítulos 2 y 3. En el versículo 14, se enfoca en la concupiscencia del hombre como el poder que está detrás de la tentación a pecar, tal y como el deseo de Eva por el árbol del conocimiento del bien y del mal fue lo que la llevó a pecar. Luego Santiago explica que aquellos que pasen la prueba recibirán la corona de vida, pero en contraste, el resultado del pecado es que da a luz la muerte. El contraste entre vida y muerte es paralelo con los temas del árbol de la vida y de la amenaza de muerte en la historia de Adán y Eva.

Así como Moisés animó a Israel a ser leal durante las prueba en el desierto apelando al relato de la tentación de Adán y Eva, así también Pablo y Santiago nos alientan a ser fieles durante las pruebas en la etapa de la continuación del reino. Las pruebas a lo largo de la vida cristiana revelan nuestro verdadero carácter y nos preparan para la vida eterna. Por la gracia de Dios nosotros debemos hacer todo lo que está a nuestro alcance para permanecer leales a Cristo de manera que seamos honrados con el regalo de la vida eterna.

Ya que vimos cómo aplica el Nuevo Testamento la historia de Adán y Eva en el huerto del Edén a la inauguración y continuación del reino, enfoquemos nuestra atención ahora en la etapa final: la consumación de la salvación en Cristo en su segunda venida.

Consumación

Este tema también aparece en varios lugares en el Nuevo Testamento, pero vamos a tocar solamente dos pasajes, uno en Romanos y otro en el Apocalipsis.

Romanos

Escuchemos en primer lugar la manera en que Pablo da esperanza a los creyentes en Roma al final de su epístola. En Romanos capítulo 16 versículo 20, Pablo escribió lo siguiente:

Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros. (Romanos 16:20)

En estas palabras, Pablo les recuerda a los cristianos en Roma su gran esperanza en la segunda venida de Cristo, haciendo referencia a la promesa de salvación contenida en Génesis capítulo 3. Como lo hemos visto al principio de la lección, en Génesis capítulo 3 versículo 15, Dios le dijo a la serpiente que un día la simiente de Eva, la raza humana, le aplastaría la cabeza a la simiente de la serpiente. En este pasaje Pablo dice que Satanás será aplastado bajo los pies de los cristianos cuando Cristo regrese. Cristo mismo destruirá a Satanás y a ese poderoso enemigo nuestro, la muerte. Entonces reinaremos con Cristo en victoria y gloria.

Otro lugar en el Nuevo Testamento en donde los temas de Génesis capítulos 2 y 3 están relacionados con la con la consumación del reino es el libro de Apocalipsis.

Apocalipsis

Juan hace referencia al árbol de la vida en varias ocasiones en este libro. Veamos la manera en que Juan expone el tema en Apocalipsis capítulo 2 versículo 7:

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. (Apocalipsis 2:7)

La alusión a Génesis capítulo 3 es obvia. Sabemos que Adán y Eva fueron expulsados del huerto del Edén precisamente para evitar que comieran del árbol de la vida. Sin embargo, cuando Cristo regrese Dios le dará a comer a su pueblo del árbol de vida.

Notemos también en donde se localiza el árbol de la vida. Juan dice explícitamente que se encuentra en el paraíso de Dios. Tal y como Moisés convocó a Israel a entrar a Canaán porque allí encontrarían larga vida, los cristianos tienen la esperanza de entrar a un más excelso paraíso completamente restaurado.

En tercer lugar, podemos apreciar otra conexión con Génesis en la identificación de aquellos que comerán del árbol. Juan dice que tal fruto les será dado a aquellos que vencieren. Mientras que Moisés habló del árbol de la vida para animar a Israel a serle fiel a Dios, Juan explica que sólo quien venza al pecado permaneciendo fiel podrá comer del árbol.

Finalmente, debemos mencionar Apocalipsis capítulo 22 versículos 1 al 2. Anticipando el nuevo mundo, esto es lo que vio Juan:

Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. (Apocalipsis 22:1-2)

La perspectiva del Nuevo Testamento es clara. Cuando Cristo regrese a traer la consumación de su reino, aquellos que confían en Cristo recibirán la bendición de entrar al paraíso del Edén. Satanás será aplastado bajo nuestros pies, y comeremos del árbol de la vida, y viviremos para siempre en la nueva creación de Dios.

CONCLUSIÓN

En esta lección hemos visto que Moisés escribió de Adán y Eva en el huerto para ayudar a los Israelitas en tanto que iban avanzando rumbo a la tierra prometida. Moisés llamó a la nación a retrotraer y a revertir lo ocurrido el huerto del Edén. El mensaje de este pasaje es muy similar para nosotros hoy. Oír a Moisés convocar a los Israelitas a avanzar hacia la tierra prometida, nos permite ver como nosotros también debemos retrotraer y revertir los pasos de Adán y Eva. Confiando y permaneciendo fieles a Cristo descubriremos la salvación rencontrando el paraíso perdido.